La noche del lunes, Felipe Calderón salió a cuadro en cadena nacional de televisión para anunciar su programa contra la escasez y la carestía de los alimentos. Entre otras propuestas está la de incrementar la producción de maíz, frijol, trigo y arroz. El principal obstáculo que enfrentará, es que escasean los campesinos. Desde la macrodevaluación zedillista de 1994, los hombres del campo se fueron de México a ritmo de medio millón cada año, huyendo de la miseria rumbo a Estados Unidos.
Al Gobierno mexicano la migración le ha resultado un buen negocio: sin hacer nada, excepto matarlos de hambre, obtiene de nuestros paisanos el envío de más de 20 mil millones de dólares anuales para sus familias. El Gobierno preferiría que esa situación se prolongara por los siguientes siglos, pero la crisis de los alimentos estalló y estallará. ¿Quién cultivará las tierras abandonadas? Un pequeño detalle que se les pasó a los asesores de Calderón. No es posible exhortar a que regresen a emigrantes que se ganan, por ejemplo, un mesero de un restaurante de California, 20 mil pesos al mes, mientras que el titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) ofreció aumentar la ayuda a las familias más pobres de 535 a 655 pesos mensuales. De risa.
Esta nueva crisis ya se veía venir. Al principio del sexenio de Fox, como parte del “cambio” que prometió, el 7 de diciembre de 2001 puso en vigor la nueva Ley de Desarrollo Rural Sustentable, dizque para promover la producción y la productividad del campo. De esa ley se desprendió el Programa Sectorial de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación 2001-2006, cuya meta, dijo el entonces ex secretario de Agricultura, Javier Usabiaga, era garantizar la producción de alimentos. Además, se organizó el Consejo Mexicano del Desarrollo Rural, en el que participaron más de 100 personas, entre representantes de organismos campesinos, empresariales y tecnócratas, se le invirtió miles de millones de pesos al programa, aparte de otros miles de millones a Procampo... ¿Y dónde están los resultados? ¿Qué pasó con la ley, con el programa, con el Consejo Mexicano del Desarrollo Rural? Usabiaga sigue siendo un próspero agricultor y consejero de bancos. ¿Y dónde quedó el río de dinero que pasó por sus manos?
Hay razones para la discordia nacional respecto a decisiones tan trascendentes como las anunciadas por la Presidencia de la República. Un segmento de los mexicanos cree a ciegas lo que diga la propaganda oficial. Pero otro segmento tiene claro que el grupo desnacionalizado que gobierna busca destruir lo que considera “antiguallas sociales” (la organización social productiva y el apego de los campesinos a sus tierras y costumbres), mediante la apertura a productos extranjeros que en un primer momento podrían paliar problemas de mercado, pero que a la larga son profundamente lesivos a esa otra “pieza de museo” que detestan los calderonistas: la soberanía alimentaria nacional.
Calderón, como antes Fox, diseña sus planes en la intimidad y los anuncia sin consensos ni operación política adecuada. Al primero le fue mal a lo largo de su sexenio, al segundo se le acumulan los proyectos inconclusos y los anuncios retóricos.
Abrir las fronteras a la importación alimentaria sin barreras no es la mejor idea; nos vamos a llenar de productos chatarra dañinos a la salud.
MARTHA GONZÁLEZ ESCOBAR / Divulgadora científica. UdeG.
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