Según muchas esposas, crece el número de varones mantenidos que viven de “gorra” en sus casas, sin aportar dinero para la manutención de la familia. Peor aún, es cuando fuerzan o empujan a que los gastos corran a cuenta de la señora.
El problema se está complicando para muchas mujeres, que se casaron con la noble expectativa de que sus esposos les aporten el suficiente dinero para no andar con angustias en los pagos cotidianos.
Desde luego que algo está pasando en la costumbre establecida de que el hombre es el que produce y trae el sustento completo para la vida familiar. Salvo en el caso de que, al trabajar la mujer, se ve comprometida a poner también de su sueldo para el gasto familiar.
La situación es muy molesta, nos aclara la señora X, que denuncia ante el psiquiatra lo incómodo y patético que resulta tener que soportar al marido en casa, con algún tipo de depresión y con pocas ganas de encontrar trabajo. O si lo tiene, no empeñarse por ser más productivo y escalar mejores ingresos.
Además, es algo que ha ido en franco aumento, cada vez son más los hombres que, conchudamente, se entregan a la irresponsabilidad de los hijos. Con el cinismo en la cara de aceptar sin remordimiento que sea la mujer la que se encargue de todos los pagos con su propio dinero.
También va en creciente aumento el descaro de algunos jóvenes varones de no aportar su dinero para su consumo en los antros, y dejar que las mujeres del grupo lo paguen por ellos.
Algunos especialistas acusan de este comportamiento masculino al orgullo manifestado por los movimientos feministas que hacen sentir su poder y control sobre el hombre, lo que ha invitado a muchas mujeres a sentir poder y orgullo por su propio trabajo y dinero. La respuesta es muy clara: si tienen ellas, que ahora paguen.
Otros consideran que la sociedad está entrando en una especie de intercambio de roles, el mundo unisex ha provocado que las mujeres quieran hacer las cosas de los hombres y éstos a su vez lo de ellas. Dentro de ese comportamiento se encierra el gusto por ser mantenidos.
Si ya de por sí existía una tendencia de muchos varones a casarse con una dama rica, para gozar de un nivel que no se obtiene con el trabajo y el esfuerzo, hoy en día parece multiplicarse ese afán de alcanzar una comodidad a costa del dinero de ella.
El tema da para mucho análisis y propuestas diversas.
Mientras tanto, va en aumento el sufrimiento de muchas prósperas y dinámicas mujeres, que ahora tienen el dilema de mantener a su marido, o de echarlo de la casa. Porque esperar a que se ponga a trabajar, parece empresa difícil de lograr.
GUILLERMO DELLAMARY / Filósofo y psicólogo.