El Churiquis

Ayer... y hoy

Como ya llegué en mi vida “al momento de no hacer nada”, estoy todavía en Tapalpa saboreando el tiempo: escucho los trinos de los pájaros serranos que vestidos con plumas de brillantes colores, tienen además gran fama como aves canoras, pues con sus habilidades cantarinas deleitan con melodías sorprendentes y sus dotes melódicas. ya que cada pájaro es un pequeño prodigio musical, y en eso estaba cuando llega ¿quién creen? Sí, le atinaron, el Churiquis, mi amigo el tontón del pueblo, el que se iba a ir a Europa con lo que ganó en el Melate y después de dejar la leña que siempre me regala para la chimenea de mi cabaña, me saluda:

—Qué tal mi lic, ¿cómo se encuentra?

—Aquí nomás como la pájara pinta, sentado en un verde limón, y ¿usted? Ya lo hacía en París, viendo como dice el suscrito: “la Torre Infiel” y “la Torre que se pisa”.

—Eso quisiera, pero no pude ir.

—¿Cómo? Ahora que tenía con qué, no va, ¿qué le pasó?

—Pues que la “Sello Rojo” desde que supo que me iba, no se me ha despegado, y ni modo, “como donde va el violín va la bolsa”, pues a cargar a Tacho, pero eso ha sido un verdadero lío: que el pasaporte, que la visa gringa, que dólares por aquí, que dólares por allá, y yo rechinando; pero el mayor golpe fue cuando tenía que pagar que la porción terrestre, que el avión en “uros”.

—Será en “euros”, pues los uros son los habitantes del Lago Titicaca en Perú.

—Pues esos, y llegó el momento en que no tenía ni para llegar a la central camionera, así es que mejor me aplaqué y conseguí que la “Sello Rojo” ya no me hablara.

—¿Y ahora qué va a hacer?

—Pues a poner algún negocito, como somos en Tapalpa un “Pueblo Mágico”, ya se llenó de comercios, de tiendas, de fondas; ya hice estudios de mercadotecnia, como dicen los que saben, y encontré dos negocios que no tienen sucursales.

—¿Y cuáles son?

—El de venta de cuerdas y reparación de salterios, y que la “Sello Rojo” (si ya me habla) venda fajas y brasieres para gallinas, pues a nadie se le ha ocurrido ponerlos.

—¿Y si eso no pega?

—Pues entonces les hago la competencia a los españoles y pongo un banco, o como en Las Vegas: un casino; usted dice que esos nunca pierden; por lo anterior, ya sabe, aquí voy a estar a sus órdenes nuevamente y con ganas de conocer la mentada “Pila de Gloria Trevi”.

—No Churiquis, es la Fuente de Trevi.


—Pues ésa, así como el Palacio de Alambre.

—Será la Alambra.

—¿Y el Museo del Parado?

—Del Prado, Churiquis, del Prado, en España.

Pero dejamos las lamentaciones y para reposar la pereza, decidimos tomarnos unas de granada, pues ya era la una y no llevábamos ninguna, y después a mi amigo se le ocurrió preguntarme:

—Oiga mi lic, se me cayeron unos dientes y ya no me han salido, ¿seré un retrasado dental? Y sin que sepa la “Sello Rojo”, el sexo mandamiento es el que dice: “No confesarás adulterio”.

Y cuando ya iba a contestarle, mi amigo se quedó dormido.

ADOLFO MARTÍNEZ LÓPEZ / Escritor.
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