ENTRE VERAS Y BROMAS
La discoteca “New’s Divine”, viéndolo bien, no está tan lejos de Guadalajara como a simple vista parece...
De hecho, si la noticia del último fin de semana, relacionada con el fallido “operativo” policiaco en un “antro”, con saldo trágico de 12 personas muertas —entre las cuales algunos adolescentes y tres policías—, ensombreció incluso a rincones del país geográficamente muy distantes de la capital, fue precisamente porque se entendió a las claras que lo que acaba de suceder en el Distrito Federal, perfectamente pudo suceder donde quiera. Incluso en la monacal y levítica Guadalajara.
—II—
El episodio obliga a evocar la tragedia del “Lobohombo”, ocurrido la madrugada del 20 de octubre de 2000. Esencialmente fue reedición de aquella historia: un coctel confeccionado con los mismos ingredientes:
1.- La ligereza de los empresarios, cuya preocupación por el éxito financiero es inversamente proporcional al interés por la seguridad de sus potenciales clientes.
2.- La lenidad de las autoridades: la sospechosa celeridad con que autorizan el funcionamiento de esos “centros de diversión”, sin verificar el cumplimiento puntual de los requisitos: existencia y funcionamiento adecuado de salidas de emergencia; señalamiento de rutas de evacuación; instalaciones eléctricas y de gas ocultas, recubiertas con materiales no inflamables; materiales de pisos, paredes, cortinas, alfombras y sillas, no inflamables o tratadas con “retardadores”; extintores de incendio; equipo técnico y brigadas de protección civil...
3.- La complicidad de los propietarios de esos “centros de diversión” con la industria del narco, lo que propicia el consumo de estupefacientes en esos sitios.
4.- La corrupción de los encargados de hacer cumplir las leyes; la facilidad con que soslayan el que se permita el ingreso y aún la ingesta de alcohol y drogas a menores de edad.
5.- Por supuesto, la dejadez de los padres de familia; su laxitud con respecto a los hábitos y a las compañías que frecuentan sus hijos.
—III—
La historia se repite. Se confirma que “El hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra”... Y queda, como moraleja, la consabida advertencia: “Cuando las barbas del vecino veas cortar...”.
La discoteca “New’s Divine”, viéndolo bien, no está tan lejos de Guadalajara como a simple vista parece...
De hecho, si la noticia del último fin de semana, relacionada con el fallido “operativo” policiaco en un “antro”, con saldo trágico de 12 personas muertas —entre las cuales algunos adolescentes y tres policías—, ensombreció incluso a rincones del país geográficamente muy distantes de la capital, fue precisamente porque se entendió a las claras que lo que acaba de suceder en el Distrito Federal, perfectamente pudo suceder donde quiera. Incluso en la monacal y levítica Guadalajara.
—II—
El episodio obliga a evocar la tragedia del “Lobohombo”, ocurrido la madrugada del 20 de octubre de 2000. Esencialmente fue reedición de aquella historia: un coctel confeccionado con los mismos ingredientes:
1.- La ligereza de los empresarios, cuya preocupación por el éxito financiero es inversamente proporcional al interés por la seguridad de sus potenciales clientes.
2.- La lenidad de las autoridades: la sospechosa celeridad con que autorizan el funcionamiento de esos “centros de diversión”, sin verificar el cumplimiento puntual de los requisitos: existencia y funcionamiento adecuado de salidas de emergencia; señalamiento de rutas de evacuación; instalaciones eléctricas y de gas ocultas, recubiertas con materiales no inflamables; materiales de pisos, paredes, cortinas, alfombras y sillas, no inflamables o tratadas con “retardadores”; extintores de incendio; equipo técnico y brigadas de protección civil...
3.- La complicidad de los propietarios de esos “centros de diversión” con la industria del narco, lo que propicia el consumo de estupefacientes en esos sitios.
4.- La corrupción de los encargados de hacer cumplir las leyes; la facilidad con que soslayan el que se permita el ingreso y aún la ingesta de alcohol y drogas a menores de edad.
5.- Por supuesto, la dejadez de los padres de familia; su laxitud con respecto a los hábitos y a las compañías que frecuentan sus hijos.
—III—
La historia se repite. Se confirma que “El hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra”... Y queda, como moraleja, la consabida advertencia: “Cuando las barbas del vecino veas cortar...”.