¡En México no hay hambre... sólo desnutrición!
En el ayer, es decir cuando todavía no tenía tanta juventud acumulada, vivía en el barrio llamado La Perla, ubicado al oriente de lo que hoy es el Parque Morelos; en ese lugar, la muchachada al reunirnos teníamos un dicho para saludarnos, y decíamos: “¡Ay chaparros, cómo abundan!” Pasó el tiempo y en el hoy, cuando nuestro pelo es casi blanco y ralo, ese antiguo dicho cambió, y por el aspecto que ya tienen los habitantes de nuestra ciudad, ya decimos:
“¡Ay panzones, cómo abundan”!, pues para dondequiera que volteamos sólo vemos que nuestros machos mexicanos se asemejan a “tamales mal fajados”, ya que parece que son ellos y no las mujeres los que están esperando familia, tanto que ya ni se pueden agachar ni vara ver el ombligo, y menos para amarrarse las cintas de los zapatos.
Las mujeres, sean jóvenes o de la segunda edad, no se quisieron quedar atrás, y las que uno ve por todas partes tienen la cintura como la de las gallinas, y parece que da lo mismo rodearlas que brincarlas, ya que parecen uvas teniendo la “calidad del tordo”: las piernas flacas y lo de arriba gordo, y otras, esperando que me disculpen por la comparación: flacas, flacas de arriba y de abajo, pero de en medio gordas, gordas, tanto que parecen “soga con nudo”, a tal grado que ya desplazamos del primer lugar a los Estados Unidos.
Y aquí me detengo para hacer una acusación y respaldar lo dijo Manuel Mirabet, presidente del Colegio Mexicano de Obesidad y Nutrición: “Los gordos y gordas aumentan en México por las malas costumbres alimenticias y los malos hábitos que se trasmiten a los niños en las familias mexicanas”, y efectivamente, “los padres tenemos la culpa de la obesidad, porque estamos enseñando a comer mal a nuestros hijos”, lo que hace que ya el 70% de los niños mexicanos tienen exceso de peso, no porque tengan hambre, sino porque están mal nutridos, y esa gordura ya alcanza niveles de epidemia, lo que provoca complicaciones en la salud.
Los niños, por la pobreza que se vive en el país (casi 50% de la población es pobre), comen menos, pero cuando comen, consumen alimentos chatarra: churritos, papilas, doritos, chilitos, y como dato curioso señalaré que en México, en menos de 50 años se han producido 30 mil millones de panecillos que se venden en tiendas y escuelas sin que los padres o profesores tengan cuidado para su consumo.
En nuestro país, los gordinflas se han convertido en una emergencia nacional, pues la tendencia apunta a que dentro de poco el 90% de la población será... timbona y propensa a enfermedades del corazón, con presión alta p “ancha” y diabética, y el Estado será incapaz de prestar los servicios médicos que se van a necesitar, por eso vale más prevenir que remediar, y acuérdense de que de gordos y panzones están llenos los panteones.
ADOLFO MARTÍNEZ LÓPEZ / Escritor.
En el ayer, es decir cuando todavía no tenía tanta juventud acumulada, vivía en el barrio llamado La Perla, ubicado al oriente de lo que hoy es el Parque Morelos; en ese lugar, la muchachada al reunirnos teníamos un dicho para saludarnos, y decíamos: “¡Ay chaparros, cómo abundan!” Pasó el tiempo y en el hoy, cuando nuestro pelo es casi blanco y ralo, ese antiguo dicho cambió, y por el aspecto que ya tienen los habitantes de nuestra ciudad, ya decimos:
“¡Ay panzones, cómo abundan”!, pues para dondequiera que volteamos sólo vemos que nuestros machos mexicanos se asemejan a “tamales mal fajados”, ya que parece que son ellos y no las mujeres los que están esperando familia, tanto que ya ni se pueden agachar ni vara ver el ombligo, y menos para amarrarse las cintas de los zapatos.
Las mujeres, sean jóvenes o de la segunda edad, no se quisieron quedar atrás, y las que uno ve por todas partes tienen la cintura como la de las gallinas, y parece que da lo mismo rodearlas que brincarlas, ya que parecen uvas teniendo la “calidad del tordo”: las piernas flacas y lo de arriba gordo, y otras, esperando que me disculpen por la comparación: flacas, flacas de arriba y de abajo, pero de en medio gordas, gordas, tanto que parecen “soga con nudo”, a tal grado que ya desplazamos del primer lugar a los Estados Unidos.
Y aquí me detengo para hacer una acusación y respaldar lo dijo Manuel Mirabet, presidente del Colegio Mexicano de Obesidad y Nutrición: “Los gordos y gordas aumentan en México por las malas costumbres alimenticias y los malos hábitos que se trasmiten a los niños en las familias mexicanas”, y efectivamente, “los padres tenemos la culpa de la obesidad, porque estamos enseñando a comer mal a nuestros hijos”, lo que hace que ya el 70% de los niños mexicanos tienen exceso de peso, no porque tengan hambre, sino porque están mal nutridos, y esa gordura ya alcanza niveles de epidemia, lo que provoca complicaciones en la salud.
Los niños, por la pobreza que se vive en el país (casi 50% de la población es pobre), comen menos, pero cuando comen, consumen alimentos chatarra: churritos, papilas, doritos, chilitos, y como dato curioso señalaré que en México, en menos de 50 años se han producido 30 mil millones de panecillos que se venden en tiendas y escuelas sin que los padres o profesores tengan cuidado para su consumo.
En nuestro país, los gordinflas se han convertido en una emergencia nacional, pues la tendencia apunta a que dentro de poco el 90% de la población será... timbona y propensa a enfermedades del corazón, con presión alta p “ancha” y diabética, y el Estado será incapaz de prestar los servicios médicos que se van a necesitar, por eso vale más prevenir que remediar, y acuérdense de que de gordos y panzones están llenos los panteones.
ADOLFO MARTÍNEZ LÓPEZ / Escritor.