México

Responsabilidad y culpa

Aún es tiempo de frenar la ola de la desconfianza y asimilar los cambios con sentido positivo para trazar el futuro de bienestar que sin duda es deseo de la mayoría

Una forma de justificar errores es comparar con situaciones peores; en tanto que reconocer el valor de la experiencia da vigencia a la historia. Volver la vista al pasado nos da la oportunidad de prever el futuro.

Las conmemoraciones, más que las celebraciones, permite revisar contiendas entre grupos e intereses con pérdidas y utilidades. Todos los pueblos y personas tenemos pasivos y activos que arrojan el capital de la actualidad.

El tema actual se llama: Inseguridad con origen incierto y futuro delineable por medio de su reconocimiento y previsión acorde a un contexto diversificado, donde cada individuo tenemos responsabilidad.

El gobierno emanado de la voluntad ciudadana y todas la instituciones privadas incluyendo partidos políticos y obreras son producto de un mismo fin de origen democrático, con el deber ineludible de revisar sus filosofías y estatutos, ubicándolos en el contexto actual que impone comportamiento apegado a sus principios y valores originales, más los dispuestos por la vida contemporánea de la relación global que impone competencia.

En ningún caso es admisible la división conductora a la anarquía; ésta a su vez a la dictadura donde la voluntad individual minimizada cobra el alto costo de cancelar autodeterminación.

Si los partidos políticos apelan a sus ideologías, lo que es legítimo e irrenunciable, igual en las instituciones empresariales o sindicales, pero apegados al tronco común de la sociedad con equidad, que finalmente otorgará solidez, confianza y respaldo a su proceder.

Si las alianzas son congruentes a la realización de proyectos al servicio a la sociedad, bienvenidas. Pero no así si solamente son producto de conveniencias particulares por alcanzar el poder con beneficio de grupo o sector, puesto que así se diluyen los valores de la propia democracia.

Infortunadamente escuchamos arengas sin profundidad y promesas sin programas que verdaderamente alienten el desarrollo, impostergable de una sociedad inmersa en el desamparo y la miseria, conducentes a la vía fácil de la ilegalidad, cuando no al delito que en más de pocos casos incluye la complicidad y la corrupción alimentadoras de la desconfianza en las instituciones.

La comunicación tiene características de trascendente responsabilidad al informar y mantener alerta la mente del ciudadano, en máximo nivel de penetración a través de herramientas y formas para la teórica conducción hacia mejor calidad de vida.

Estamos contemplando casos lejanos y cercanos de obvia comparación que siembran dudas y cobran vidas humanas, como en el pasado ocurrió y en cierta proporción también en nuestro territorio.

Aún es tiempo de frenar la ola de la desconfianza y asimilar los cambios con sentido positivo para trazar el futuro de bienestar que sin duda es deseo de la mayoría.

Dios nos guarde de la discordia.

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