México

Prudencia, paciencia y pudor

Concurren los anteriores atributos para quienes aspiren a integrar las legislaturas, federal y estatales

Concurren los anteriores atributos para quienes aspiren a integrar las legislaturas, federal y estatales. El desprestigio de este poder sobre su actuación se acerca a un siglo. Primero como obsecuente al Ejecutivo y durante los últimos años como arena de discusiones estériles con intereses sectoriales evidentes.

La prudencia de la sociedad obliga al comportamiento responsable. Ya no sólo por dignidad, sino por auténtico reclamo; ya no solamente por la justificación de salarios elevados —dietas— y prestaciones distantes de los percibidos por sus electores, sino por la improrrogable actualización de leyes conducentes a reformas estructurales.

La paciencia se agota y los referentes diarios de miseria, violencia e ignorancia pregonan reclamos de ocupación laboral de contraprestaciones con cifras reflejadas en salud, comida, vestuario y educación.

El pudor tiene en el cinismo su antónimo, y la percepción es que sólo se aplican placebos a una pandemia dolorosa en cada hogar carente de lo indispensable para la vida digna en la sociedad contemporánea.

El pánico es tema de la población, en espera de ser víctima con destino a la estadística, mas no a la respuesta correspondiente al pago a los señores diputados y derivada a quienes obtienen los beneficios burocráticos amparados en las leyes y poderes de facto.

Los placebos, ornamentos de promesas, arrojan resultados negativos. Faltan acuerdos sobre prioridades anteponiendo intereses inmediatos de grupos o particulares, expuestos en siniestros provocados por la delincuencia desbordada y en franco reto a la autoridad. El clima de violencia está de manifiesto en acciones contra personalidades públicas y poco o nada puede esperar el ciudadano común.

Las circunstancias están dadas para mayor desorden y más, con indiscutible deterioro del tejido social y mayor rezago. En estas condiciones, la población exigiría orden a cualquier costo, éste potencial y conducente a dictadura como el menor de los efectos. A principios del siglo pasado ya lo vivieron los mexicanos, después de celebrar el Centenario de la Independencia, lo rubricó la Revolución con 20 años de caudillaje y un millón de muertos.

En 1917 se crearon las estructuras constitucionales que dieron vida y función a 80 años de relativa estabilidad, con altibajos y diferencias sociales superadas mediante el diálogo entre los actores políticos; ahora no se ve diálogo similar y sí el retorno a la insatisfacción predisponiendo a la criminalidad.

Entramos al final del régimen presidencial sin ver la luz de confianza en las instituciones, y el Poder Legislativo, también en sus niveles estatales, adolece de la responsabilidad inherente a la atribución que le concede la ciudadanía en las urnas; mismas que se abrirán en éste y los próximos dos años para recibir los votos exponentes de la voluntad. Sólo que ahora cada voto estará acotado por la exigencia del cumplimiento estricto de marcar el sendero por el cual vamos a vivir en armonía, trabajo y prosperidad.

Dios nos guarde de la discordia.

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