México

Prevenir que lamentar

La posibilidad de predecir un terremoto en la República Mexicana o en cualquier otra zona sísmica es de 0%,

La posibilidad de predecir un terremoto en la República Mexicana o en cualquier otra zona sísmica es de 0%, aunque el riesgo de que lo haya es de 100%. Esa ecuación “cien versus cero”, hace que lo racional sea más que sufrir por la incertidumbre, actuar en la prevención.

Quienes vivimos el terremoto de 1985 en la Ciudad de México vemos con horror las escenas de Haití primero y Chile ahora. Las autoridades nos dicen que promover un gran simulacro es una labor que les llevará cuatro meses, lo tendrán que hacer. Es claro que el reloj para medir la eficacia del Gobierno de Felipe Calderón, dado lo que está sucediendo geológicamente, se encuentra ya en cuenta regresiva.

A todos los elementos que han determinado que ésta sea la presidencia de la adversidad, como son el brote de un virus desconocido hasta 2009, el A H1N1, el colapso del sistema financiero internacional y el recrudecimiento de la violencia del narco, ahora se suma la mayor conciencia del riesgo de que el acomodo de las placas tectónicas provoque un sismo en la República Mexicana.

Nuestro país está en lo que se conoce científicamente como el cinturón de fuego, una zona que se extiende por la costa del Pacífico desde Chile hasta California pasando por las islas del Pacífico como Hawai.

Información científica nos indica que el centro de la Tierra es ígneo, es decir está conformado por una especie de ríos de lava sobre los cuales flotan placas sólidas de cuarzo y silicato que tienen contacto entre sí, liberando en esos roces —a través de las profundidades del océano— energía que al subir a la superficie se libera en forma de ondas telúricas.

En la escala de Richter, que va del cero al nueve, el terremoto de Chile se ubicó en 8.8, lo que significa que fue enorme, mientras que en Haití fue de 7 grados. La diferencia del saldo mortal fue de menos de mil víctimas entre quienes estaban en el Cono Sur frente a 300 mil de los que perecieron en la isla del Caribe, pasa no por el fenómeno natural sino por el humano.

Haití era y es un caso extremo del fracaso para cumplir con códigos, ya no digamos de construcción sino de gobernabilidad mínima. Chile, devastado por una fuerza exponencialmente mayor, recibió la sacudida de la Naturaleza y su Gobierno reaccionó de inmediato tomando las riendas de una situación catastrófica.

Bachelet está trabajando ya con su sucesor y adversario político, Sebastian Piñeira, en un claro ejemplo de anteponer el bien común a las mezquindades partidistas, un partido se va en medio de la tragedia con altos niveles de aceptación y otro de signo contrario entra a un bautizo de fuego en el cinturón de fuego, pero los primeros no claudican de su responsabilidad 10 días antes de entregar al poder y tienden puentes para acompañar y apoyar al que sigue.

Una vez más Chile da ejemplo de madurez política y de altura de miras.

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