México

Precampañas de mentiras

Encinas, Ávila y Bravo Mena no están en precampaña, no compiten contra nadie en sus partidos. Están ya, que no se hagan, en abierta contienda electoral

Casi todas las leyes electorales del país definen una precampaña, palabras más, preposiciones menos, como las actividades realizadas por una persona para lograr ser candidato de un partido. Mítines, reuniones, promoción en medios, todo eso que le sirva para que lo conozcan quienes pueden votar, dentro de su partido, para abanderarlo.

Casi todas las leyes electorales del país, hasta ahí llegan. No dicen algo vital: que las susodichas precampañas sirven para ganarle esa candidatura a otro. No mencionan la competencia, lo que significa en los hechos que si no hay otro aspirante, no importa, de todas formas la ley permite, faculta y hasta determina el dinero que se puede usar para ser eso raro que se llama precandidato.

Eso ya está sucediendo. En el Estado de México, hasta ahora, hay tres contendientes serios, pero ninguno es todavía candidato, porque la ley todavía no les permite registrarse como tales. Al del PRI, Eruviel Ávila, le llaman el “virtual candidato”, pues ya fue elegido por su partido aunque no haya sido registrado. El PRI decidió incluso antes de los tiempos formales de precampaña, así que no gastó recursos en precampaña y los aspirantes ya aceptaron que el ungido es Eruviel. Sin embargo, el hombre tiene actividades de candidato para convencer quién sabe a quién, de que él puede ser el aspirante del PRI.

Lo mismo sucede en los otros dos grandes partidos. A Alejandro Encinas nadie le hace sombra, pero eso no significa que nadie lo alcance en las preferencias; significa que de verdad no hay nadie más, no necesita ganarle a otro perredista. Y sin embargo, se organizan mítines para levantarle la mano y gritar vivas a su favor, como si tuviera que convencer a algún perredista mexiquense de que opte por él para competir en la elección constitucional.

Como si no fuera ya bastante bizarro esto, el precandidato panista, Felipe Bravo Mena, está exactamente en la misma situación: convenciendo a los albiazules de que, entre ellos, él es el mejor. ¡Pero si no hay nadie que le compita!

Esto no pasaría de ser anecdótico si no fuera porque lo que están haciendo los candidatos es aprovechar la figura de la precampaña para arrancar ya la batalla electoral en el Estado de México.

Eso no es grave de suyo, aunque sí permite a los involucrados gastarse 15% más del tope de campaña. Pero con esa salvedad, lo que sí es grave es que el sistema, construido sobre la base de la desconfianza, provoca reglas absurdas sobre las “preaspiraciones” y luego los partidos usan esas ridículas normas para jugar un retorcido juego de mentiras. Encinas, Ávila y Bravo Mena no están en precampaña, no compiten contra nadie en sus partidos. Están ya, que no se hagan, en abierta contienda electoral. A las cosas hay que llamarlas por su nombre y a las leyes absurdas hay que revisarlas.

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