México
Inercia o interacción
La precipitación de acontecimientos deja la sensación de acortar los tiempos sin propiciar la meditación de ser, de acuerdo a historia, pasado y porvenir
La precipitación de acontecimientos deja la sensación de acortar los tiempos sin propiciar la meditación de ser, de acuerdo a historia, pasado y porvenir. Bicentenario y Centenario provocan, o deberían provocar, serias reflexiones sobre la actualidad, asumida como lapso de simulación y disimulo convertidos en inercia de complicidad y corrupción.
El propio crecimiento demográfico, conformado por sistemas políticos indiferentes a las circunstancias, no define vocación, más bien conformismo y pasividad ajenos al ritmo y reto de humanidad, con características sin precedentes.
Ciencia y tecnología imponen reglas diferentes de comportamiento. Usos y costumbres con imposiciones de otras latitudes dan al pensamiento una dinámica que, al menos en México, no tienen respuesta contundente para el ingreso digno a un tercer centenario regido por auténtica independencia y determinación.
La historia no nutre el espíritu de ser y revela nuestra identidad como auténtica respuesta a la realidad. Aún se respira el aroma incierto de colonia, imperio, dictadura, lucha entre conservadores y liberales. Las celebraciones son gritos dispersos sin la esencia impulsora de pensamientos renovados.
Ciencia y tecnología convergen en el mundo, acercado por la comunicación. Problemas, demasiado cotidianos para nombrarlos, cercanos y ajenos agobian el acontecer diario sin permear en la reflexión profunda y seria para emplear los festejos a la creación de nuevas políticas públicas actualizadas, ajenas a la conspiración, la corrupción y el ilícito. Esto es, la ruptura del círculo viciado del conformismo.
Carentes de misión social nos acercamos a Centenario y Bicentenario sin alcanzar metas definidas, concurrentes a la equidad enunciada en los principios de la nacionalidad. La realidad hipócrita alejó la hipótesis de soberbio triunfalismo de envoltura insustancial.
Es apremiante comprender tiempo y distancia, antes de caer en el engaño letal del que la historia nos da cuenta. Fatales acontecimientos son el pasto de censuras y reproches, mas no de propuestas con mecanismos claros y definitivos del destino mexicano. La comunicación propositiva es la herramienta y, hasta ahora, está empleada en mensajes indiferentes a la realidad.
Dios nos guarde de la discordia.
El propio crecimiento demográfico, conformado por sistemas políticos indiferentes a las circunstancias, no define vocación, más bien conformismo y pasividad ajenos al ritmo y reto de humanidad, con características sin precedentes.
Ciencia y tecnología imponen reglas diferentes de comportamiento. Usos y costumbres con imposiciones de otras latitudes dan al pensamiento una dinámica que, al menos en México, no tienen respuesta contundente para el ingreso digno a un tercer centenario regido por auténtica independencia y determinación.
La historia no nutre el espíritu de ser y revela nuestra identidad como auténtica respuesta a la realidad. Aún se respira el aroma incierto de colonia, imperio, dictadura, lucha entre conservadores y liberales. Las celebraciones son gritos dispersos sin la esencia impulsora de pensamientos renovados.
Ciencia y tecnología convergen en el mundo, acercado por la comunicación. Problemas, demasiado cotidianos para nombrarlos, cercanos y ajenos agobian el acontecer diario sin permear en la reflexión profunda y seria para emplear los festejos a la creación de nuevas políticas públicas actualizadas, ajenas a la conspiración, la corrupción y el ilícito. Esto es, la ruptura del círculo viciado del conformismo.
Carentes de misión social nos acercamos a Centenario y Bicentenario sin alcanzar metas definidas, concurrentes a la equidad enunciada en los principios de la nacionalidad. La realidad hipócrita alejó la hipótesis de soberbio triunfalismo de envoltura insustancial.
Es apremiante comprender tiempo y distancia, antes de caer en el engaño letal del que la historia nos da cuenta. Fatales acontecimientos son el pasto de censuras y reproches, mas no de propuestas con mecanismos claros y definitivos del destino mexicano. La comunicación propositiva es la herramienta y, hasta ahora, está empleada en mensajes indiferentes a la realidad.
Dios nos guarde de la discordia.