México

Frases coincidentes

Comentar, acusar y excusar está convertido en práctica común inconducente a la propuesta de solución

... Pero también preocupantes y, por lo mismo, conducentes a la reflexión.

Del Presidente Calderón: “Es previsible que la violencia permanezca un rato entre nosotros”, refiriéndose a los acontecimientos que han enlutado familias; del cardenal Norberto Rivera: “Esta cultura de la muerte que se va difundiendo”; del presidente Obama: “La larga batalla está cerca de llegar a su fin”, ésta en relación a los derrames de petróleo en el Golfo de México; del Papa Benedicto XVI: “Hacer depender la propia vida de circunstancias tan pasajeras es, por lo tanto, estupidez”.

Cada una encierra verdades de nuestro tiempo, ausente de una cultura cívica con predominio de mísera ignorancia, donde se aplaude al triunfador cualquiera que sea el color de su máscara, de partido o ideología y hasta delito.
Comentar, acusar y excusar está convertido en práctica común inconducente a la propuesta de solución. Y sólo cuando la lesión nos toca, opera el reclamo a la autoridad de reconocida incapacidad para planear la prevención, organizar acciones e imponer orden. En esa escala, es la familia el primer peldaño de los valores que regirán al individuo.

Nos toca el cuestionable privilegio de transitar una etapa de ruptura con lo tradicional. Los niños asumen el aprendizaje de la tecnología, mientras los padres deben acercar bienes y servicios, hasta hace una década, o menos desconocidos y por lo mismo no apetecidos como satisfactores imprescindibles. El choque generacional es evidente y dramático, era de veinte años o más, ahora es de cinco.

La autoridad podía enfrentar la delincuencia con sentido humanitario y reductor de reincidencia. Ahora el ilícito ha crecido de manera aspiracional y exponencial, motivado por la insatisfacción, que no por ser patología en la mayor parte del mundo, aleja el imperativo de solución en la forma y medida de cada familia, ciudad, país o región.

Tentaciones, aspiraciones y reclamos nos colocan en posición vulnerable. De muy poco sirven los reproches al pasado y sus actores. Los adultos no podían prever satisfactores ahora imprescindibles; simplemente porque no existían o se presentaban como quimeras. Por lo mismo, es largo el camino que nos falta recorrer con el entorno de violencia, sin que esto signifique cruzar los brazos y simplemente esperar. Reconocerla como problema es el buen principio para promover su solución con creatividad y empleo de la tecnología con inteligencia para anular sus efectos en el lapso más corto posible.

Hay muchas carencias, pero también recursos; el principal es el ser humano dispuesto a enfocar talento y disposición unánime y apegada a las instituciones para fortalecerlas sin distinción de partidos y sí de firme creencia en los valores esenciales de la sociedad: la familia y la comunicación.

Dios nos guarde de la discordia.

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