México

El regreso de qué PRI

Los priistas están eufóricos con la posibilidad de regresar a Los Pinos. Si por ellos fuera le quitaban dos años al calendario para llegar directo a 2012

Los priistas están eufóricos con la posibilidad de regresar a Los Pinos. Si por ellos fuera le quitaban dos años al calendario para llegar directo a 2012. El peligro es que la euforia de verse ya en la silla los lleve a un inmovilismo que se traduzca en una piedra más a la ya de por sí desesperante parálisis de este país. Está muy lejos la elección y faltan muchos eventos por suceder, así que los números pueden cambiar, como hace tres o seis años. Pero partiendo de la hipótesis de que hoy por hoy el resultado más probable en una elección presidencial es que gane el Partido Revolucionario Institucional (PRI), la pregunta es qué PRI es el que va a regresar y para qué.

El reto del PRI no es sencillo. No puede echar por la borda una larga historia que es al mismo tiempo su mayor activo y su mayor lastre. Esto lo ha llevado a una continua contradicción entre lo que dice ser y lo que es, y entre lo que es y lo que quiere ser. ¿Es el PRI el partido liberal, heredero de la tradición decimonónica y constructor del Estado laico, o es el conservador que vota leyes antiaborto?; ¿es el PRI el instituto político modernizador o es el representante de las viejas conquistas obreras y campesinas?

Cualquier priista que se precie de serlo tendrá que contestar a todo que sí, que el PRI es modernizador y representante del pasado, garante del Estado laico y amigo de la Iglesia, entre muchos otros atributos históricos. El problema de esta indefinición es que condena al país a seguir patinando.

No se puede ser liberal y votar, en la mayoría de los estados, leyes antiaborto. ¿De qué sirve incluir el concepto de Estado laico en la Constitución, si en la práctica se hacen leyes con visiones religiosas? Lo mismo sucede con la ley laboral.

El discurso de Beatriz Paredes contra la reforma laboral no fue sino un espaldarazo a un sistema sindical corrupto e ineficiente, que mantiene prebendas absurdas, y al mismo tiempo es incapaz de parar el crecimiento del “0ut sourcing”. Otra vez el PRI queda atrapado entre el viejo discurso y su necesidad de representar estructuras anquilosadas que son parte de su esencia, y las necesidades de generar estructuras modernas para el país.

Esta ambigüedad del PRI es lo que le ha permitido ser sumamente exitoso en las elecciones locales, pero lo que le puede costar caro en la  federal. Hoy por hoy el PRI no tiene claro qué de su pasado, que no sean los atavismos o estructuras de poder, tiene sentido para el futuro del país.
Los priistas se dicen listos para regresar a Los Pinos, para lo que no parecen estar listos es para ofrecer una visión de futuro en un país que lo que necesita son definiciones.

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