Vivir sin el “Peje”
No pocos perredistas están viviendo la separación de Andrés Manuel López Obrador como una tragedia, cuando, en realidad, en términos políticos, es la mejor decisión para la izquierda en este momento. Hay divorcios convenientes y éste, sin duda, es uno de ellos.
El PRD no puede estar otros seis años haciendo política de ladito y negociando con el Presidente en lo oscurito. Antes que cualquier cosa son un partido político, que representa y gobierna, pelos más o menos, a un tercio de la población de este país. Los partidos de izquierda coaligados para esta elección son la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y factor fundamental para la gobernabilidad y el rumbo de este país. Andrés Manuel, por su forma de ser, sus ideas fijas, su espíritu mesiánico, por las fuerzas que lo acompañan, por lo que sea, políticamente no puede reconocer la derrota, mucho menos que Peña Nieto le ganó a la buena, o por lo menos dentro de lo permitido por la ley.
Con el divorcio, los partidos podrán dedicarse a lo que se tienen que dedicar, que es hacer política, pactar, llegar a acuerdos con el partido en el gobierno o con el otro partido de oposición; y el “Peje”, dedicarse a lo que le gusta y sabe hacer, que es el movimiento de masas, sin que se estorben mutuamente.
López Obrador tiene la fuerza y la estructura suficiente para hacer un partido. De ahí va a obtener dinero para hacer política, va a tener spots para mantenerse en el candelabro y hacer un trabajo de oposición como le gusta a él: nosotros los buenos contra el resto del mundo que vive en el error o la corrupción.
En todo caso, el tema es qué va a pasar dentro de cinco años, cuando haya que decidir quién será el candidato a la Presidencia de la República. Los partidos y Andrés Manuel saben perfectamente que, si van divididos, no podrán competir, así que, llegado el momento, tendrán que buscar acuerdos.
Una de las condiciones de la política es justamente la ambigüedad. Querer definir todo de una vez y para siempre sólo lleva al estancamiento; por ello, muchas decisiones se toman para el momento y el futuro se va tejiendo en el camino. Eso fue lo que hizo la izquierda.
Como sea, para el PRD será un respiro vivir sin el “Peje” después de ocho años (los dos del desafuero y la campaña y seis después de la elección) de marchar al ritmo de una sola voz. La pregunta es si los perredistas podrán, sabrán, vivir sin un caudillo.