Ideas

Vicios que debemos evitar al hablar

Por Aurelio Lozano

Pleonasmos: Es cuando redundamos en algo que ya se dijo, repetir algo innecesario. Ejemplos: Súbete para arriba, bájate para abajo. Pero también, hay ejemplos como…

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1. Cuando buscamos a alguien y no está, generalmente nos dicen “no está, porque salió fuera”. Desde el momento que dicen “no está” es porque salió, pero si además le agregan “fuera”, entonces es un pleonasmo, porque que nadie “sale dentro”. Lo correcto sería simplemente “no está”, pero si es necesario decir de alguna manera que salió, entonces no digamos “fuera” sino: salió de viaje, salió de la ciudad, salió de casa, etc. >

2. Se presentó una “hemorragia de sangre”. Todas la hemorragias son de sangre, no hay de agua ni de ningún otro líquido. “Hemo” es la palabra griega de para sangre.

3. “Necesitas venir en persona”. ¿Podemos ir de otra forma que no sea en persona? >

Lo correcto es necesitas venir o necesitas acudir o necesitas presentarte, etc.

Muletillas: Son los apoyos que necesitamos en una conversación o mientras pensamos una respuesta. También se les llama “comodines”. El problema es cuando abusamos de uno y lo repetimos constantemente, haciendo la conversación aburrida para quien nos escucha: “Haz de cuenta”, “o sea”, “verdad”, “cierto”, “ok”, “correcto”, “exacto”, “bien”, “si”, “no”, “y si”, “y no”, “ajá”, “hey”, “imagínate”, “órale”, “¿me entiendes?”, “¿me explico?”, “ándale”, “y en eso”, “y agarré”, “y todo eso”, “y me dijo”, “y le dije”, etcétera. >

Uso de palabras vulgares: Son las que nos dan, precisamente, esa imagen de vulgaridad.  “Chido”, “wey”, “de pelos”, “qué grueso”, “uta”, “ca”, “qué rollo”, “qué gacho”, etc.

Cantinflear: Cuando somos poco precisos y le damos demasiadas vueltas a lo mismo, para al final no decir nada en concreto.

Exagerar: También se vuelve un vicio. Hay personas que todo lo que hablan no lo dicen corregido, pero sí aumentado. Contra la exageración, la mesura, ser mesuradas significa poner las cosas en su justo valor, sin quitarles pero también sin ponerles.

Abusar de los diminutivos: No es elegante y nos puede hacer parecer fingidas o hipócritas, además, muchas veces los usamos como tratando de no ofender al decir algo, pero muchas veces es peor porque acaba sonando despectivo. (“El cieguito”, “la viejecita”, etc.), esto también aplica en los nombres, hay personas a las que nos les gusta que su nombre lo digan en diminutivo, porque además no se presta (nombres como Mayra, René, Román, por mencionar algunos) y sin embargo, no falta quien tenga ese mal hábito y ande buscando la forma de hacerlo. Quitémonos el hábito de decir “Diosito”, “la virgencita”, “frillito”, “un segundito”, “una personita”, etcétera.

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