Ideas
Úsese y luego tírese
En México ¿cuál es la etapa productiva-laboral de las mujeres y hombres? ¿Quién la determina? Cada vez y de manera más lamentable nos encontramos con casos en los que llegadas las 30 y tantas primaveras, aspirar a una oportunidad laboral es un sueño, una utopía, al igual que el Presidente Felipe Calderón, el mismo que llegó hace cinco años al Gobierno autodenominándose “el presidente del empleo” y que después utilizó las condiciones económicas mundiales para excusarse de la promesa incumplida. Así, en los agónicos meses de este año y por más cifras alentadoras mencionadas en los discursos de cualquier funcionario, la realidad es que son muchas las experiencias con las que se topan miles de mexicanos que van desde la carencia de una plaza laboral, informalidad y bajos sueldos. Esta semana se dio a conocer que de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México —de entre 34 países— es la tercera nación, después de Turquía e Israel, con el mayor número de jóvenes de entre 15 y 29 años que no estudian ni trabajan, es decir, “ninis”. Término que me sigue pareciendo ofensivo, despectivo y discriminatorio. Como si fuera una decisión personal estar en esas condiciones. No dudo que en algunas situaciones sea una convicción, pero se ha cuestionado cuántas y cuántos por más que han buscando una oportunidad de estudio o trabajo no la encuentran. Son varios grupos: los privilegiados que tienen un empleo (no importa la existencia de contrato o vía outsourcing), los desempleados con una subdivisión conocida como “los desechables”, aquellos que por muchos años sirvieron y entregaron sus horas de vida y sueño a una empresa o institución y que sin decir “agua va” terminan sustituidos por máquinas o por una persona mucho más joven que por menos dinero aceptará las condiciones que sea. No se me olvida aquella vez que una madre le adelantaba a su hijo de escasos cinco años su futuro profesional: “Mijito, para que nos saques de pobres no hay más, serás abogado, doctor, mecánico por si no te gustan los estudios y en el peor de los casos… diputado, esos no hacen nada y ganan re-bien”. Esta semana se llevará a cabo en Guadalajara el denominado Congreso Panamericano de Salud Ocupacional organizado por el Colegio de Especialistas en Salud Ocupacional de Jalisco A.C. (Cesojal) en coordinación con la Universidad de Guadalajara y la secretaría de Trabajo y Previsión Social. La intención, como lo han sido otras tantas, es buena, pero en la práctica, en el día a día, padecemos de una Ley Federal del Trabajo obsoleta, una ley a modo de lo que más convenga. En ese encuentro se analizarán temas como la medicina del trabajo, la prevención y riesgo de enfermedades como el estrés que está acabando con la tranquilidad de los empleados y hablarán de las nuevas formas de trabajo que el país ha adoptado ante las recientes tecnologías. Todo lo anterior, por más empeño que exista, de nada servirá sin un marco legal que sea respetado y sin el interés de aquellos patrones alejados de un compromiso social que ven a su trabajadores como cualquier residuo que se cree que ya no tiene utilidad, así, como un desechable.