Una de las mejores “quintas”
El “Concierto de Gala” anunciado originalmente, se transformó, felizmente, en el mejor programa, hasta ahora, de la Tercera Temporada de la Orquesta Filarmónica de Jalisco en el Teatro Degollado. Ortodoxo, conservador si se quiere, fue confeccionado con indudable buen gusto y enriquecido con la presencia de una interesante promesa de la música en México: el joven pianista (20 años de edad) Anthony Tamayo.
El presagio de la sala llena se dio desde que los boletos, con varios de antelación, comenzaron a volar. El de que sería uno de los mejores conciertos de la temporada, también se cumplió.
Sin alcanzar la calificación de inconmensurable –les faltó muy poco--, las tres obras encontraron, casi seguramente, las mejores interpretaciones a cargo de la OFJ en muchos, muchos años. A la Obertura Leonora No. 3, de Beethoven, por ejemplo, sólo le sobraron algunos excesos en los metales (trompetas, particularmente) para ser perfecta. Los solos de la flauta, las maderas y muy particularmente la trompeta in lontano (fuera del escenario), en cambio, fueron de antología.
Anthony Tamayo tuvo a su cargo la interpretación del Concierto para piano No. 1 en Mi bemol mayor, de Liszt. Obra endiabladamente difícil, pletórica de dificultades técnicas, exigente en grado sumo, tuvo en Tamayo un intérprete digno. Lo mismo en la introducción, sumamente vigorosa, que en los pasajes apacibles (el inicio del segundo movimiento, por ejemplo) y en el “tour de force” final, el joven solista estuvo a la altura. La concertación fue pulcra: lejos de generar una confrontación, la batuta de Alondra de la Parra propició una óptima colaboración del ensamble con el solista. Tamayo obsequió como “encore” un “preludio y fuga” sobre un tema de Handel, de Manuel M. Ponce: una joya por su belleza y por la calidad de la ejecución.
La Quinta Sinfonía en Do menor, Op. 67, de Beethoven, cerró la velada. “Caballo de batalla” donde los haya, esta ha sido, seguramente, una de las mejores “quintas” de todos los tiempos con la OFJ. Lectura pulcra, tempo justo, matices magistralmente dosificados, equilibrio de secciones, sólo dejó espacio para un par de mínimas reconvenciones: ciertas estridencias de las trompetas en el tercer movimiento, y el tempo un tanto apresurado en el final del cuarto, antes de la coda final.
El concierto, como de costumbre, se repite hoy al mediodía, a partir de las 12:30 horas, en el mismo escenario.