Ideas

Sin tres dedos de frente…

En muchos de mis escritos, desde lejano tiempo atrás, he señalado enfáticamente que uno de los puntos más vulnerables que dañan a nuestro país, es el referente al sentido de INMADUREZ política en una grande, muy grande, grandísima parte de gente que medra del gremio, y que se significa por una mentalidad sensibleramente retrógrada, que se manifiesta en conductas, estilos y formas que en ocasiones rayan en la estupidez.

Hace unos cuantos días, en un festín finañero de senadores perredistas, se hizo del insulto un monumento ofensivo para el que, se quiera o no, guste o no guste y se acepte o no, es ya el presidente electo de EE.UU. Donald Trump.

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Tema de moda y en boga, con recordatorios a su progenitora —vulgo mentadas—, coros con agitaciones de manos y sacudimiento de muñecas entonando al unísono la poca respetuosa y fonéticamente fuerte expresión futbolera de “¡Puu…o!”, y dejando para cierre del evento la tan tradicional como pintoresca y folklórica piñata. Por supuesto que ésta, con la efigie de quien regirá los destinos del país que hasta ahora, es el socio comercial más importante para el nuestro. >

Ahora ya, a poco más de un mes de tomar el poder de la presidencia de la nación más poderosa del orbe, a claras sabiendas de sus planes y proyectos enfocados como negociante que es más que de político que es lo que no es, en vez de tratar con inteligencia, con astucia, con capacidad diplomática de planificar condiciones y circunstancias que puedan significar una baja de tono a las ríspidas relaciones que se están presentando, venga, a ir por la agresión.

Y escribo esto, dado que las intenciones del republicano van en ver, a criterio y pensamiento, actitud y forma, lo que conviene a su nación, que no por fuerza tiene que ser lo que conviene a la nuestra, que se siente insegura y hasta temerosa en muchos aspectos que pueden llegar a afectarla, cuando el reto que el Mandatario mexicano Peña Nieto —y su gente— tiene que afrontar. >

La tendencia proteccionista del norteamericano lleva a puntos de una natural impaciencia a diferentes sectores de México. La actitud prepotente y avasalladora de Trump, con la determinación de hacer valer sus aspiraciones por cumplir sus promesas de campaña, en las que van la preservación del empleo en su país y la renegociación del Tratado de Libre Comercio buscando términos más favorables, como la misma protección de su frontera en contra de inmigrantes ilegales, como la deportación de delincuentes presos, todo, absolutamente todo, se considera una gravísima afrenta contra México tomada casi como una declaración de guerra.

Y a cambio de esto… Venga la reacción pueril de una clase política rotundamente inmadura, ausente de tres dedos de frente para prepararse, para capacitarse y para actuar con seriedad, ante lo que puede presentarse. >

Ver a López Obrador en campaña permanente desde hace casi dos décadas, declarar en una entrevista televisiva que “apoyaría” a Peña Nieto en esta casi declaración bélica, al tiempo mismo que señalaba que llegando a la presidencia metería a la cárcel al que iría a apoyar… Vamos, ni de kinder.

Es ahora cuando la comunidad mexicana en sus distintos estamentos, debe ir a por la planificación y el trazo de estrategias, ya por el renglón industrial como por el comercial, al tiempo mismo que el gobierno, con poco tiempo ya por delante, tome el camino para hacer valer opciones incluidas en un nutrido número de tratados comerciales que estén vigentes y que ha sumado a través del tiempo.

La actitud del sector empresarial —más que del político que va por el desahogo de la burla, la ofensa, la bravuconería en ridiculizar al que presidirá a la vecina república— es la que, de ambos lados de la frontera, aguardan el momento adecuado y oportuno para participar de forma activa en la renegociación del tratado comercial que pueda significar beneficios para los tres países que lo integran, Canadá, EE.UU. y México.

Y…  PENSÁNDOLO BIEN.

Y…  PENSÁNDOLO BIEN, a los senadores del PRD les comento, que recuerdo al boxeador que recibiendo una lluvia de cuero, su entrenador le pregunta: “¿tiro la toalla mi kid..?”, a lo que el golpeado pugilista responde: “No, por favor, dásela en la mano, no vaya a ser que se enca…ne más…”.

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