Salinismo reloaded
Los parecidos entre Salinas y Peña Nieto no son meras coincidencias; hay en el Presidente y en su grupo una influencia importantísima del que fue equipo de Carlos Salinas de Gortari. La visión del país, la forma de entenderlo e incluso su concepción del partido tienen enormes similitudes. No es gratuito: Luis Videgaray, el artífice de la política económica de Peña, es el “hijo intelectual” predilecto de Pedro Aspe, artífice de la política económica de Salinas; ahí están los hijos reales de funcionarios salinistas y los mismos asesores del ITAM.
El PRI que regresa a Los Pinos no es el PRI que vivió en las gubernaturas, cobijado en antiguas prácticas, mañas y un oficio político generado a través de años de ejercicio del poder. El PRI que regresa es el de los pragmáticos, negociadores, modernizadores más enfocados en su proyecto de país que en la visión ideológica del pasado.
En 1987 el gran tema de México era la inflación. Con Salinas como candidato, pero ya con el control del gobierno de Miguel de la Madrid, el grupo lanzó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Económico (PECE) que, con la llegada de Salinas al poder, un año después se convirtió en el Pacto de Solidaridad Económica (PASE). Ese pacto cupular le permitió al equipo recién instalado en el poder controlar lo que en ese momento era el cáncer de la economía del país, una inflación galopante que era mayor a tres dígitos anuales (para darnos una idea de lo que eso significa, los precios se duplicaban a la vuelta de un año), a una cercana a 10 por ciento. El Pacto que propuso Peña es el mismo modelo, ahora aplicado al gran tema económico del país: la falta de crecimiento.
El gabinete de Salinas, al igual que el de Peña, era una mezcla de tecnócratas de alto nivel con políticos de la vieja guardia. En los primeros tres años Salinas se enfrentó a líderes de su partido (derrocó a los líderes del sindicato petrolero y magisterial) y creó una nueva clase empresarial que sobrevivió casi intacta hasta nuestros días. Peña ya le cantó el tiro al sindicato de maestros y, por el tipo de proyectos y reformas que está planteando, con toda seguridad creará, desde el poder, una nueva clase empresarial, algo que los panistas nunca hicieron (hubo quien se hizo rico con el PAN, pero no crearon una nueva generación).
Al igual que los salinistas, los peñistas de hoy van a dar una primera gran batalla por el control del partido y las estructuras de poder. Hoy, como hace 24 años, el gran riesgo será el manejo interno del grupo hacia el final del sexenio, pues el choque entre políticos y tecnócratas, como en un salinismo reloaded, será inevitable.