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Repechaje o proporcional, ¿esa es la cuestión?

En plena discusión de la reforma política electoral (otra más) hay un tema que ha salido a flote: mantenemos o no a los famosos diputados llamados de repechaje. El repechaje es un invento jalisciense, que no existe en ningún otro lugar del país, y que consiste en que dentro del reparto de diputaciones plurinominales de los partidos entran tres por lista y luego el candidato más votado de ese partido que no haya ganado su distrito, o sea el mejor perdedor de ese partido. El embrollo del repechaje es tal que cuando se discutió el lío que armó el Instituto Estatal Electoral, que alegando cuota de género quería meter a fuerza a una diputada para pagar favores, la resolución de Tribunal Electoral fue no sólo que la interpretación de género era una jalada sino que el tema del repechaje era una cosa bizarra que había que revisar.

Aprovechando la reforma el PRI quiere desaparecer el repechaje, mientras que PAN y MC buscan más bien que los que entren por repechaje no sea uno de cada cuatro sino uno de cada tres. Con todo lo bizarro que pueda ser, el repechaje tiene una virtud; premia el esfuerzo de los buenos candidatos. Los diputados pluris tienen fama de ser los más flojos entre los flojos, pues llegan al Congreso sin hacer campaña ni ensuciarse los zapatos. Esa es una visión bastante torpe y mal informada del papel de los diputados, provocada en gran medida por una buena cantidad de diputados que efectivamente no hacen su chamba.

Los diputados plurinominales representan a los partidos, o si se prefiere y para que no se oiga tan feo, a los ciudadanos que votan por un partido. Representan la pluralidad ideológica de una sociedad, no un territorio específico, como sería un distrito. Hay quienes sostienen que los que no deberían de existir son los diputados por distrito, pues en realidad a la hora de votar lo hacen en función de una visión ideológica y no territorial. El diputado de distrito tiene sentido en las democracias donde hay reelección, pues ahí sí el diputado piensa primero en su electores que en el líder de su bancada. Un Congreso sin plurinominales y sin reelección sería en la práctica un Congreso a modo del gobernador en turno; uno sin plurinominales y con reelección podría ser un experimento interesante pero que en México no tenemos experiencia sobre ello.

El famoso repechaje es, pues, importante para los partidos, pues genera más ánimos de participación directa de sus posibles candidatos, pero a los ciudadanos no nos aporta absolutamente nada que entren con base en una lista única o que hagan sus enjuagues internos. El tema importante tiene que ver con la sobre representación, la famosa cláusula de gobernabilidad que los partidos en el poder pelean para tener control en el Congreso.

La sobre representación es, por donde se vea, un vicio de la democracia. La gobernabilidad debe generarse a partir de acuerdos, de buena política. ¿Eso hace más poderosos a los pequeños? Sí, sin duda, y el empoderamiento de los pequeños es lo que a la larga permite las alternancias. Pero, ¿no es eso lo deseable en una democracia?

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