Prohibida obsesión
El cine ofrece subjetividades que la observación permite apreciar y disfrutar. En esta ocasión, el referente destacable es la edición, entendida por el montaje productor del ritmo con los acentos musicales y algún efecto sobre la imagen visual y el sonido.
“Prohibida obsesión” narra la contienda sentimental de un experimentado policía investigando el asesinato serial, cuyas víctimas son seleccionadas de manera nada común: entre las propuestas a través de columnas impresas de revistas conocidas como “corazones solitarios”.
El detective Frank Keller interpretado por Al Pacino en los primeros años de su triunfal carrera y la principal sospechosa de nombre Helen la personifica Ellen Barkin, con el complemento de Jhon Goodman y Michael Rooker, estos últimos cumplidos jefes de la policía, quienes exigen con apego a normas del deber sin distracciones.
El problema de Frank y Helen es caer en un idilio sin que ambos confiesen su verdadera identidad, lo que paulatinamente los induce a serio problema sentimental, con el tratamiento violento, dramático y comediado que da el montaje mencionado como mérito indiscutible de la cinta.
Transcurrió un cuarto de siglo del estreno de esta película y por lo mismo resulta aún más apreciable el talento aplicado por el director Harold Becker, pionero también incursionando en el sistema de alta definición.
La cinta “Prohibida obsesión”, bien valen las casi dos horas de su observación, durante las cuales el espectador sigue atento a las secuencias sin perder detalle y expectante de un desenlace imprevisible dado en su trama interesante e intemporal, puesto que los sentimientos humanos prevalecen de manera sencilla, clara y objetiva. Los personajes ceden en tiempo y actividad para dar espacio al amor imperecedero. El final queda a juicio del cinéfilo.
Dios nos guarde de la discordia.
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