Programas sociales, realidad o quimera
Recientemente, con motivo de algunos cambios en la administración Publica Federal, se dieron a conocer cifras respecto a la disminución de la pobreza en nuestro país, dichas cifras estuvieron basadas, más en especulaciones que en lo cierto y comprobable. Con tal antecedente parece oportuno hacer un análisis de los resultados y procedimientos de los programas sociales que tiene a su cargo el gobierno federal y su trasmisión a los gobiernos estatales y municipales cuya medición se ha venido haciendo a través del CONEVAL, institución que norma y coordina la evaluación de la política nacional de desarrollo social. Hablamos de servicios de salud, rezago educativo, vivienda y otros, hasta alcanzar la cifra nada despreciable de 6200 programas. (Pagina de Internet CONEVAL en google).
A partir del 2007 el CONEVAL cuenta, por decreto, con presupuesto y en su seno operativo aparecen académicos de distintas especialidades elegidos a través de convocatoria pública. Así las cosas, la gran pregunta es: ¿tantos esfuerzos económicos y administrativos realizado a lo largo de los últimos años para que sigamos prácticamente con los mismos índices de pobreza?: 46. 1% en 2010, 46.2% en 2014. Habrá que reconocer que en el caso de pobreza extrema si se ha reducido pasando de 11.3% en 2010 a 9.5% en 2014. Las mediciones las realizan cada dos años, razón por la cual aun no aparecen las de 2016.
Los programas sociales deben dejar de ser de carácter asistencialista para convertirlos en adopción cultural, amen de erradicar tantos actos de verdadero latrocinio de los que frecuentemente nos enteramos, sin olvidar aquellos que buscan fines partidistas cuyo discurso es verdaderamente patético. Por otra parte algunos de los programas, vgr. el de los apoyos a personas con discapacidad, se llevan a cabo bajo una secuela de torpezas y digresiones que poco abonan a la generación de una verdadera cultura inclusiva. No son pocos los programas que aun bien diseñados en cuanto a normatividad y fines su aplicación recorre todas las formas de frustración para los que se supone deberían ser los beneficiados. Estas desviaciones generan una toxica falsificación del verdadero rescate social, convirtiéndose finalmente en un trabajo de tan sólo mitigacion.
Se pensaría que cada programa esta diseñado, operado y aterrizado con la participación de factores como inteligencia, cultura y sobre todo fervor a cada una de las causas. Son conocidos los casos de desviaciones que ocurren en el trayecto: instancia federal —instancia estatal— instancia municipal que finalmente causan divisiones y fragmentaciones, restándole lucidez y coherencia a los fines que se persiguen.
Los programas sociales tan importantes como indispensables tienen ante sí un enorme reto: el recorte presupuestal que se anuncia para el 2017, este recorte debe ser un llamado a todos los operadores para que haya una actitud de honestidad laboral que erradique prácticas burocráticas que se convierten en escollo nunca en brújula, en laberinto nunca en guía. Tantos y tantos grupos marginados en condiciones de abandono y desamparo aspiran a ser receptores de alguno de los más de seis mil programas sociales. Que así sea.