No pisar el césped
La intención de muchos parques y jardines de nuestra ciudad es la de agradar a la vista y no para que corra un niño tras de una pelota. El pasto es decorativo, como lo son muchas plantas que tienen la vocación de decorar el entorno.
Está bien, qué bueno, que se vean bonitos y estéticos nuestros camellones y jardines, pero cuándo tendremos un lugar verde para que podamos rodar y echar maromas en el césped, sin que los ojos vigilantes de algún cuidador, nos lo prohíba con su sola mirada.
Esos espacios me gustan más para usarse, para que se gasten con la suelas de un inquieto tenis juvenil, y no para que luzcan como estrellas en el firmamento.
Me quiero cuestionar su vocación y dejar que ruede la imaginación social, para que lo que es del pueblo, el pueblo decida qué quiere hacer con sus lugares.
El modelo europeo o anglosajón de tener espacios verdes, para que sean admirables y versallescos jardines, no va con un pueblo retacado de chiquillos y jóvenes, que lo que quieren es andar en bicicleta, patineta y cuanto se les ocurra hacer.
Vamos dándoles nueva vocación a los parques de nuestra ciudad, y en vez de edificar fuentes y mantener bien regadas sus plantas, mejor vamos haciendo el parque para patinetas, otros para triciclos, uno más par pasear a las mascotas, otro más para todo tipo de juegos de pelota y en fin buscar que las necesidades actuales sean satisfechas en estos espacios de todos.
Si ya de por sí muchos parques están descuidados, abandonados o todavía tienen los anticuados y rústicos columpios de metal con resbaladillas de los sesenta.
Hay que renovar y actualizar el encanto de los espacios abiertos para que todos los disfrutemos sin los incómodos letreros que todo lo prohíben.
Que sean espacios de libertad.