Ideas

No importa sufrir

Lo que verdaderamente debemos de aprender es a saber sufrir y sobre todo a superarlo.

La realidad actual es que la gente le tiene miedo al dolor y al sufrimiento, y por cualquier manera busca evitarlo y se ilusiona con un mundo sin dolor ni sufrimiento.

¡Oh triste realidad! Sigue allí, acechando a todos los seres humanos, sin respetar edad, raza, condición social o sabiduría.

Por más que nos quieran vender una vida sin sufrimiento, tarde que temprano y de diversas formas, nos visita para hacer sentir su trágica presencia.

Tampoco se trata de ir a su encuentro y acariciarlo con nobleza y sumisión, pero sí, al menos, encararlo con valentía y carácter, y saber lidiarlo de inteligente forma para tratar de salir triunfante y con una bella lección en la mano.

La lista de sufrimientos es muy extensa, y tanto el cuerpo como el alma saben que tienen su punto frágil y muy sensible a su presencia.

Un cuerpo que sólo sabe sufrir, y no tiene manera de superarlo, se queda atrapado en una vida tortuosa y sin gozo. Por eso, una adecuada filosofía de la vida nos consuela. Y el sufrimiento y el dolor se desvanecen ante una visión que nos libera de esas cadenas.

Un hombre sin filosofía de la vida se queda abandonado al dolor y a la soledad y deja ir su grandiosa oportunidad de encontrarle un sentido positivo a lo que padece.

Por eso nos cuenta Benvenuto Matteucci en su Teología del dolor: “Que el escándalo del mal nace de nuestra situación en el mundo y se disipa por el escándalo del bien”.

El sufrimiento es inherente a nuestra condición humana, miembros activos de la naturaleza y sometidos a sus caprichos. De él no nos escapamos, pero sí podemos aprender a aceptarlo con amor y alegría.

Cualquiera se pregunta ¿cómo es posible tener una actitud así frente al dolor?

Y la respuesta es: no trates de entenderlo, tal vez ni de explicarlo, no es un asunto que la razón nos pueda llevar a comprenderlo. Pero sí podemos aprender a sacarle el mayor provecho posible y a madurar, gracias a su enorme poder transformador.

Muchos jóvenes no saben qué hacer con la tristeza, el enojo, el abandono, el abuso del que han sido víctimas, del rechazo y la pobreza. Y en vez de formar su carácter con tan brutales y aplastantes experiencias, se entregan a las lágrimas de la derrota a la inútil queja contra sus padres y sobre todo se doblegan ante la fantasía de un mundo sin dolor que prometen las drogas y el alcohol.

Si aprendes a sufrir, se convierte en una fuerza que te hace crecer, a ser más seguro de ti mismo. Dejas de tenerle miedo. En cambio, si te dejas absorber por su manto de amargura y agobio, vivirás como su esclavo y buscarás evitarlo, y si te encuentras con él, sólo lo ahogarás en drogas y diversión. Viviendo un mundo irreal.

Cuando aprendes del dolor ya no importa vivirlo.


 

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