Ideas

Movilidad, cultura, respeto y garantías

La globalidad es un privilegio cíclico que como sociedad en particular asimilamos con vocación propia, original, aplicando matices con el propósito de alcanzar el triunfo.

El aspecto de la ciudad es reflejo de la cultura de sus habitantes, a su vez sujetos a los reglamentos generadores de respeto y garantías. Señalamientos públicos dictan la prevención y sanciones a los infractores. Sin embargo, en la práctica cotidiana contemplamos con pesar la relación inversa y decadente operando supuesta modernidad de virtual indiferencia a señalamientos; mayoritariamente en las generaciones jóvenes.

Señalamientos e infracciones no hacen diferente comportamiento. Existen, pero no sirven para cumplir el objetivo de su creación. Peatones y motorizados sobre dos ruedas dan el lamentable espectáculo de usar y abusar la sobreprotección de que son objeto por supuesta vulnerabilidad, que opera en relación inversa en cuanto a edad juvenil y en casos madura previa a la decadencia.

El recuerdo de la Ciudad Amable quedó en la ridiculez del romanticismo superado por violación, que cuando motiva represión se califica dictadura, antes que orden en beneficio de mayor número de habitantes deseosos y hasta ansiosos simplemente de vivir en un clima de tranquilidad con respeto.

Parodia de sistemas ajenos propios de otras culturas, remendada con supuesta legalidad, ponen en práctica la competencia de tiempo y circunstancia ajena al derecho de la equivocación, sin observar cuidado. Los atributos humanos y las modernas herramientas de movilidad exponen a accidentes compitiendo con el tiempo, éste que parece alargar las distancias con simultánea reducción de los valores e invocación de objetivos individuales.

Aprovechar la estructura urbana de tiempo y circunstancia está convertida en suerte personal, donde cuenta la invocación y la motivación de acuerdo a causa y consecuencia sin pensar en la potencial equivocación conducente al siniestro.

La vialidad está enfocada a la movilidad antes que a la calidad cultural. Peatones y ciclistas aspiran al vehículo propio generador de autonomía con enfático rechazo al transporte público alejado del concepto original de servicio al usuario, cliente por sí mismo digno de respeto y aprecio; igual que en cualquier actividad.

El crecimiento de la población y con él la extensión urbana carente de planeación exige la propuesta congruente respecto a la metrópoli deseada, con la originalidad que dio identidad a Guadalajara, sin incurrir en la copia de otras ciudades donde prevalecen origen y cultura diferentes. Basta ya de copiar lo ajeno, busquemos lo propio con la autenticidad del buen ejemplo que haga la diferencia; con errores y aciertos, pero propia.

Cultura significa cultivo de comportamiento social; más allá de sus dignas expresiones artísticas. Ya es tiempo de prospectar y no sólo reaccionar.

Dios nos guarde de la discordia.

sicpm@informador.com.mx
 

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