Ideas

Me da cosa

Aunque no me considero fan de Chespirito, debo reconocer que hay algunas frases de sus personajes que han quedado en mi memoria, me gusten o no, y de vez en cuando me vienen a la mente, e incluso a la boca. Así, me he escuchado decir “se me chispotió”, “no te juntes con esa chusma” o, como hoy, “me da cosa”.

Qué más quisiera yo que decir algo como: “Sí me animo”, léase con el tono del Chapulín Colorado; pero no… lo siento, en lugar de eso salta el “me da cosa” del doctor Chapatín.

Le saco… como que quiero y no puedo; creo que tendría que… pero luego me acuerdo de experiencias pasadas y pienso (grito hacia dentro): “¡NO!” y me resisto.

Sé que para este día, yo ya debería de haber ido a ver al menos tres obras de teatro locales, y si bien es cierto que a veces se me complica por el horario; en otras ocasiones simplemente decido no hacerlo, porque temo –como Judas temió– que me encontraré con un trabajo malo, insulso, aburrido, laaaaargo… o con algo hecho a la medida de ciertos espectadores, los habituales del grupo en cuestión, que seguro lo único que harán es alabar el patético trabajo de quienes se han vuelto sus ídolos o sus amigos del “Feis”.

El asunto es que también “me da cosa” ir al teatro por las actitudes de quienes estarán junto a mí; un público –en la mayoría de las ocasiones– tan acostumbrado a la televisión o a las historias baratas que se ríe siempre de los mismo, llora igual y nunca se cuestiona; o, por otra parte, resulta que es súper complaciente y decide aplaudir la mediocridad solamente porque seguro eso requirió de mucho esfuerzo.

Perdón, pero creo que me asalta en este momento un terrible conflicto interno: por un lado pienso que ya es hora de un nuevo divorcio del teatro, un descanso para olvidarme de tantas obras, actores, actrices y directores malos, pero con harto entusiasmo y vanidad; y por el otro, pienso que siempre hay que dar segundas oportunidades, terceras y hasta cuartas y quintas… pero en el fondo “me da cosa”.

En fin… tendré que cambiar el teatro por la danza. Y ahora que hablo de esto, sólo quiero compartir que me siento sumamente sorprendida de que la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco esté en “el limbo”. ¡No lo puedo creer! Y menos puedo creer que los bailarines se quejen (hasta ahora) de malos tratos por parte de Karina Saldaña (ex titular de Danza), y que además den los nombres de los directores que les gustaría tener, como Sergio Vicencio, quien –por cierto– fue uno de los personajes que presentó un proyecto de compañía al ingreso de la administración de Emilio González Márquez. En fin… cosas de la vida.

lexeemia@gmail.com
 

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