Ideas
Los niños chiqueados
El tema de los hijos sobreprotegidos atrajo la atención de un amable lector, quien además nos invita a reflexionar ahora sobre el tema de hoy, agradecemos sus comentarios y sugerencias.
Pues tiene razón el Sr. al preguntarnos las diferencias, y la verdad es que sí me parecen muy distintos; el sobreprotegido vive de los miedos de los papás, en cambio, los consentidos viven de sus excesos. Son hijos que reciben todo lo que los papás no tuvieron, sea en juguetes o en cariño, a veces hasta cuidados en extremos para que no sufran las carencias o abandonos que ellos tuvieron, según la infancia que les tocó vivir.
Los chiqueados no tienen que hacer nada, solo tienen que recibir todo lo que los papas están dispuestos a dar, y claro que al pasar los años ellos mismos lo van a exigir.
Casi se puede decir que los padres consentidores tienen en su mente la sensación de que hay que dar todo, pues “aman tanto a sus hijos” que no conocen el límite necesario para dar lo justo, sino que se pasan de largo con tal de sentirse padres muy bondadosos. El problema es que se pasan de la raya y acaban por dar sobredosis en todo lo que ellos necesitan dar. Así por ejemplo, si les hizo falta afecto, entonces se volcarán en afectos con alguno de sus hijos y pase lo que pase, están dispuestos a todo. Están tan al pendiente de todo lo que ellos tienen que dar que no suelen mirar con objetividad lo que verdaderamente necesitan sus hijos, sino que su actitud espléndida, los hace perder la claridad de dar sólo lo necesario.
Los hijos chiqueados acaban siendo debiluchos y mimados, y además creen que todos los deben de tratar igual, así que son renuentes a convivir con personas que no los tratan de la misma manera. Fácilmente pierden la noción del esfuerzo por conquistar los bienes familiares y sociales porque aprendieron a recibir todo gratuitamente.
El problema se agrava porque se dan cuenta de que sus papás tienen preferencias por ellos y claro que acaban por abusar de sus privilegios y los exhiben ante sus hermanos con el consecuente aumento de la rivalidad y la envidia, un problema que va a ir creciendo, especialmente cuando los papás hacen más evidentes sus preferencias.
Por supuesto que los consentidos se atan más al cordón umbilical y les cuesta mucho trabajo dejar el lazo con sus “papis” y dejan de luchar por una mayor autosuficiencia. Y la verdad, quién quiere irse de casa, si viven en la abundancia.
En el fondo, los papás necesitan contar con sus consentidos y se hacen dependientes de ellos, y claro está que eso no los ayuda a crecer.
Suelen ser débiles de carácter y poco dispuestos a ganarse el cariño de los demás, ya tienen lo que necesitan, se hacen exigentes, chantajistas, manipuladores y críticos.
Nomás imaginemos la combinación de un hijo sobreprotegido y además consentido.
Continuaremos con el tema.