Ideas

Locos de ira

Toda narración cinematográfica encierra mensaje. Las comedias no están exentas, sino con mayor obligación en su tratamiento sutil y divertido. Este caso se da con la versátil actuación de Jack Nicholson y Adam Sandler en “Locos de ira”.

El planteamiento del tema es ingenuo. Su desarrollo, durante el trayecto aéreo de pasajero interpretado por Adam Sandler, como puede ser cualquiera, es tratado con indiferencia por la azafata que lo acusa de agresión, lo que motiva su comparecencia ante una jueza que le dicta la orden de recibir un tratamiento psicológico.

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Hasta ese punto no hay elementos relevantes, pero la complicación surge al encomendar el tratamiento al profesional interpretado por Nicholson, quien toma la decisión de trasladarse al domicilio del paciente y convivir; ambos, asistentes a un restaurante de comida sencilla tropiezan con un anciano ciego donde se arma el desorden y el daño a un tercero por el que la pena se amplía. >

La comedia conduce a observar el grado de sensibilidad de cualquier ser humano, en quien hay siempre un momento de intolerancia exacerbada por su carácter natural. Lamentablemente el tratamiento, propio de la cinematografía norteamericana, desvía hábilmente la profundidad del caso serio a cambio de ganar cinéfilos en la taquilla.

Para algunos críticos serios resulta un desperdicio de talento actoral, de Sandler y Nicholson, a quienes se ha visto mucho más; sobre todo a éste último, quien en esta película es conducido por la comicidad que despliega Sandler. Ciertamente, no era la comedia, no profundiza en tema tan serio como el comportamiento humano inducido a la ira, no necesariamente a la locura como la apunta el título. Un buen rato, sobre todo divertido, sí se pasa en una cómoda butaca que justifica el pago del boleto. >

Dios nos guarde de la discordia.

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