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La espada de Damocles y el populismo

Mucho se conoce el mito de la espada de Damocles. Dionisio II le otorga a su entusiasta lamebotas el privilegio de acceder a suculentos banquetes pero bajo una espada que cuelga sobre su cabeza de un pelo de la cola de un caballo. Bueno, con independencia del final de la historia me gustaría utilizar la metáfora de la siguiente manera:

El manjar es la democracia, la espada es el totalitarismo, dictadura o autarquía, y el cabello es la percepción de la opinión pública sobre el sistema. Vale decir que para estos efectos no tenemos la opción de irnos a comer a otro lado, por lo cual rogó Damocles una vez que se dio cuenta de la peligrosa situación. Así, siempre e inexorablemente la democracia va a estar amenazada. Esta fatalidad se debe, entre otras cosas, a un gobierno de opinión pública (materializada en el voto, libertad de opinión, etc.), y que el pueblo, en democracia tiene todo el derecho a equivocarse. Como dice un amigo y admirado maestro: la democracia trae en la panza su propia destrucción.

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También a diferencia del relato original, la crin del caballo puede engrosar o adelgazar dependiendo de la percepción que se tiene sobre el gobierno y la propia realidad. Así, hay un juego de varios participantes: los que actúan deliberadamente para que el cabello se rompa; los que sin darse cuenta o por negligencia fomentan su adelgazamiento; los que no les interesa ni una cosa ni la otra y, finalmente, los que actúan para que la crin se engrose. >

Se engrosa con acciones para tener buenos gobiernos, ausencia de corrupción, situaciones económicas aceptables, cohesión social y confianza en las instituciones de todo tipo. Vaya como ejemplo la reciente captura del narco “La Tuta” o los nuevos sistemas de bici pública de muchas ciudades. Para adelgazarla, hay que hacer exactamente todo lo contrario: malos gobiernos, corrupción, miseria, aislamiento de clases (para algunos una de las causas más importantes de desigualdad) y desconfianza en las instituciones.

La crin se puede romper con un movimiento armado tal como lo intentó Hugo Chavez en 1992 con su fallido golpe de Estado, pero también se puede hacer de modo más sutil pero igual de peligroso: mediante la obtención del voto de opciones políticas (de izquierdas como de derechas) utilizando la estrategia político-electoral que es el populismo, donde siempre habrá una cúpula o líder que representa al pueblo victimizado por un(os) enemigo(s) a modo: “La mafia en el poder” en México, “la casta”, “los pitiyamquis” y el imperialismo norteamericano en Venezuela, “la casta” en España y así. Ellos son malos y nosotros buenos (provocar polarización). Esto hizo Chávez en 1998 y ganó por la vía electoral, para después desmantelar el sistema democrático. Y esto puede pasar en España si se descuidan con “Podemos” o aquí en México con MORENA. >

Por todo esto se dice que la democracia siempre está en construcción. No la descuidemos.

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