Ideas

Gasolinazo... ¿qué importa: política o economía?

Si los graduados de Economía en Chicago y Harvard tuvieran las respuestas correctas, este país estuviera en la bonanza económica desde la década de los años 80 del siglo pasado. Pero no. Ni los yuppies ni los economistas —empezando por Carlos Salinas de Gortari y siguiendo después con Ernesto Zedillo— han tenido la razón.

Por eso y por el 50% de mexicanos en algún grado de pobreza; y por los bonos extraordinarios a diputados federales y consejeros del Instituto Nacional Electoral; y porque el Presidente Peña Nieto sigue en silencio (y de vacaciones); y porque el secretario de Hacienda pide aceptar el alza a gasolinas y diésel “por nuestros hijos”, por todo eso, hay un rechazo generalizado al gasolinazo.

>

Los economistas ortodoxos nos dicen que es un error garrafal mantener el subsidio a la gasolina. Tenemos que igualar nuestras condiciones a los mercados de Asia, Europa y el resto de América; aceptar la flotación de los precios del combustible y prepararnos para recibir los beneficios de la libre competencia. Parece muy convincente... si tenemos otras opciones. >

Vamos más lento. El aumento en el costo de gasolina y diésel, subrayan algunos actores políticos que sí están informados (porque la mayoría saben un rábano de reglas económicas, incluidos diputados, alcaldes y secretarios), no es resultado de la reforma energética, sino que se trata de una carga impositiva, o sea, más impuestos. Así de simple.

Por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), el consumidor pagará 2.60 pesos de cada 10 que le cueste la gasolina que consuma. De esos mismos 10 pesos, 1.40 pesos costará el traslado del combustible hasta la gasolinera donde llene el tanque. Además, 1.60 pesos del Impuesto al Valor Agregado (IVA), más un centavo adicional por el concepto de “otros” (que nadie sabe explicar qué diantres es, pero igual lo cobran). Así, por cada 10 pesos que se paguen en la estación... ¿Resultado? La Secretaría de Hacienda calcula que al acabar el año que apenas empieza, habrá recaudado 73 mil millones de pesos. >

Si el asunto acabara ahí, quizá no habría tanto problema.

Pero no. Al subir los combustibles, vendrá la inflación en precios de básicos como el transporte, los alimentos, el vestido, la energía eléctrica, el gas. Todo. >

Y mientras eso ocurre, el ciudadano común escucha que la deuda supermillonaria del Gobierno federal sigue creciendo: 52% del total del Producto Interno Bruno. Ya no transcribo los miles de millones. Basta saber que de todo lo produce este país, más de la mitad es deuda.

Porque endeudados están los estados, y endeudados los municipios. Guadalajara, por cierto, es el segundo municipio que más debe en el país, sólo después de Tijuana y apenas antes de Monterrey.

¿Y para toda la gigantesca burocracia nacional (federal, estatal y municipal) hay que pagar más impuestos por las gasolinas y darles 73 mil millones de pesos más?

En este punto, los economistas están totalmente reprobados. ¿Dónde están los políticos? Ups... de Guatemala a Guatepeor.

Pero así, a nadie debe sorprender que se bloqueen carreteras, que se manifiesten en avenidas y plazas, que cierren gasolineras y que la diferencia entre una manifestación pacífica y una violenta sea tan delgada como una hoja de papel.

Políticos o economistas o ignorantes de todo, quienes están en las cámaras o en Los Pinos, deben poner atención y responder: ¿qué importa más, política o economía?

Sigue navegando