En la tierra de los que hablan diferente
Cuando joven tuve la oportunidad de estar en la región montañosa ubicada entre España y Francia o sea la que constituye el País Vasco donde oí por primera vez que se hablaba vascuence, enterándome que este idioma por sus dificultades sintácticas y la abundancia de sufijos no tiene parentesco con otros idiomas, igualmente con fecha posterior recorrí la región andina donde el quechua y el aymará el lenguaje de los incas escuchaban a pesar de estar a 5 mil kilómetros de distancia, oía otro idioma diferente.
En el hoy, imposibilitado temporalmente para viajar grandes distancias, en México recorrí una tierra donde escuché como se comunicaban entre sí sus habitantes con tantas palabras incomprensibles para mí que pensé que solo trabalenguas pronunciaban: zizispandacuare, cherenaticurin, taramichundiro, jamanducuaro, zichaxuquero, animarangoce. ¿Me encontraba realmente en México? ¿o sin salir del país estaba en las dos regiones arriba señaladas con los vascos de España y Francia o en la región andina donde hablan quechua y aymara? Pero no, no era así, no había salido de México, me encontraba en un ambiente saturado de olor a madera, a pino, a durazno en una tierra de lagos, estaba en Michoacán donde una etnia enteramente aparte de los grupos indígenas del resto del país habitan, lo que hizo que me preguntara una vez más si los tarascos procedían de la región de los andes dado que a ellos no ha sido posible relacionarlos con otros grupos de México, ni en idioma, religión y otras manifestaciones culturales como la cerámica, los adornos, el trabajo en madera o los enterramientos y sin en cambio se relacionan con los incas.
Como el idioma tarasco es un verdadero islote lingüístico por ser rico en acentuación esdrújulas y sobresdrújulas su origen se desconoce, no se sabe si vinieron del norte o del sur pues no pertenecen a ninguno de los troncos lingüísticos antiguos pero si tienen marcadas semejanzas fonéticas con lenguas de Perú y Bolivia; lo cierto es que los Tarascos tienen su propia lengua que aun ahora todavía se paladea la dulzura de ese idioma pero también tienen su arte propio diferente a los demás pueblos antiguos de México.
Para reafirmar lo aquí dicho, veamos algunas semejanzas lingüísticas con los habitantes de los andes: Un grupo de indígenas tarasco son los Huares (mi abuela era Huare) y en Perú existió un complejo cultural huari; la capital de un departamento es Huaraz y los pájaros guaneros se llaman Huani. Una península peruana se llama Paracas y en Michoacán tenemos a Paracho; en la religión inca taratanga es la luna y entre los tarascos la luna es xaratanga; en América del Sur a la chuparosa o colibrí se le llama zunzún, de ahí nació el nombre del pueblo de Tzinzuntzan o sea lugar de colibríes. Purépecha se dice que significa “los que llegan” y se creían descendientes de grandes rocas. ¿No sería de grandes montañas? ¿De los andes?
¿Pero qué hizo que los habitantes de la zona andina vinieran a Michoacán estando tan lejos? Cuentase que hace siglos las aguas del Lago Titicaca descendieron bruscamente produciendo trastornos ecológicos y afectando la vida vegetal, animal y humanos y el hombre que habitaba en sus márgenes se vio forzado a avanzar hacia el norte en seguimiento del lago que retrocedía, cuando cundió el hambre y las enfermedades, cuando se retiró el lago y solo quedaron salares en la meseta andina, inicio el largo peregrinar que lo condujo, por tierra o por mar hasta la tierra con nuevos lagos, Chapala, Pátzcuaro, Camecuaro, Cuitzeo, o sea a Michoacán y posiblemente así llegaron, así se quedaron y así los encontramos hablando un idioma extraño.