El hombre culto a la mexicana
¿Quién es una persona culta para los mexicanos? Es difícil responder a semejante cuestionamiento, simplemente porque muchas veces no sabemos con claridad a qué nos referimos con la palabra cultura.
Haciendo un esfuerzo especial y con la propensión a equivocarnos, nos referimos a lo que se hace con un cierto conocimiento. Así por ejemplo la agricultura, es el conocimiento para trabajar la tierra, hacer que de frutos tal y como lo hace un campesino.
Es quien cultiva alguna actividad, sea en las artes, las ciencias o en el espíritu. Por lo que un hombre culto es aquel que ha logrado hacer crecer un conocimiento en sí y es capaz de trasmitirlo. Se puede decir que también es una persona educada, que tiene un basto conocimiento de diversas ciencias y que tiene una respuesta para las preguntas, más frecuentes, que nos hacemos el común de los mortales.
Samuel Ramos, en su libro El perfil del hombre y la cultura en México nos invita reflexionar sobre ello en uno de sus capítulos. Señala, citando a Max Scheler que no se trata de una “educación para algo”, “para” una profesión, una especialidad, un rendimiento de cualquier género; ni se da la cultura en beneficio de tales adiestramientos, sino que todo adiestramiento existe “para algo” en beneficio de la cultura, en beneficio del hombre perfecto.
Lo que nos quiere decir que la cultura está más allá de las individualidades y del desempeño de las personas que realizan las actividades. Por eso se puede hablar de la cultura de un país o de una tradición.
Sin embargo, nos aclara que: “la influencia personal de los hombres cultos es un estímulo para la promoción de la cultura, muy superior en eficacia al de las obras solas”.
Por eso son las personas las que hacemos la cultura y no las obras realizadas.
>Y se pregunta: ¿En qué condiciones espirituales se encuentran los mexicanos que deben crear esa cultura?
Responde así: “ De acuerdo con un testimonio general, es notoria la ausencia de grandes personalidades intelectuales que, dotadas de una conciencia clara de nuestro singular destino histórico, sean capaces de orientarnos en medio del caos que nos envuelve”
Ramos reclama que los intelectuales mexicanos han desarrollado sus conocimientos desarraigados. Parece ineludible sumarse a esa postura, porque muchos de los “hombres cultos” son producto de una formación que se ha gestado en el extranjero, principalmente en las universidades europeas y norteamericanas. Su visión es importada, desarrollada bajo el influjo de los intelectuales de otras latitudes.
Nos faltan líderes que vivan y conozcan nuestra historia y modo de ser, que lo sientan y amen, que lo estudien sin llevar en la espalda la bibliografía de los liberales o de cualquier filosofía centro europea. Mexicanos que no se jacten de saber latín, griego o francés y alemán y lleven en su preparación una clara formación de nuestro mestizaje y sincretismo.
Hay muchas personas cultas, pero parece que hay carencia de hombres cultos con un auténtico espíritu mexicano.