Ideas

El efecto Tequila

El 20 de diciembre es un día poco festejado por sí mismo. El último día de otoño apenas va desapareciendo en la sombra del invierno, cuyo solsticio marca el día más corto del año. Claro, entre el montón de días festivos de la época navideña y fin de año, sólo es una fecha más entre las posadas y las compras de temporada.
 
Sin embargo, hoy debería ser un día de recordar. Se cumplen 17 años del entonces infame y hoy olvidado “error de diciembre”, que fue nuestro bautizo real al mundo de la globalización e inauguración al ámbito de las ligas mayores en los mercados internacionales. Nos estrenamos en el foro mundial neoliberal. La realidad financiera mexicana sufrió en su corazón un temblor equivalente al de 1985.
 
Todo empezó en México (estábamos a punto de convertirnos en una nación de primer mundo) cuando la crisis se propagó rápidamente por el contexto latinoamericano, alcanzando lugares tan alejados como Argentina. Esto fue porque para muchos inversionistas todos los países latinoamericanos eran iguales. El efecto Tequila se le llamó. Así que el pánico de lo que había pasado en México se extendió a otros países, que de la noche a la mañana, sin deberla ni temerla, se vieron cortos de fondos y muy endeudados. Un Premio Nobel en economía decía que “los pecados económicos de esos países eran muy pequeños para tan graves consecuencias”. No se lo merecían, pero les tocó de pasada.
 
Varios eventos y políticas macroeconómicas propiciaron la crisis económica de 1994, el último año de sexenio que, siguiendo la tradición en cada año electoral, se incurría en un increíblemente alto gasto gubernamental en obras públicas, lo cual se tradujo entonces en un histórico déficit financiero.
 
Para poder mantener este déficit se emitieron los Tesobonos, un tipo de instrumento de deuda que aseguraba el pago en dólares en lugar de pesos mexicanos con una tasa nominal al vencimiento de 34.5% anual. Una ganga para las inversiones extranjeras. En diciembre, cuando cambió la administración presidencial, se tomó la decisión de devaluar el peso para aligerarlo de las presiones heredadas que estaba recibiendo. Acto que a los mercados no les gustó nada.
 
Para empeorar la situación, el anuncio de la devaluación del peso mexicano se dio un miércoles, y durante el resto de la semana los inversionistas extranjeros huyeron del mercado mexicano sin que el Gobierno hiciera alguna acción para prevenirlo o desalentarlo hasta el siguiente lunes cuando ya todo fue demasiado tarde. Se desangraron las arcas nacionales.
 
Los efectos de la crisis, causados principalmente por las altísimas tasas de interés durante los días de la devaluación (que llegaron hasta 100%), provocaron que millones de familias no pudieran pagar sus préstamos e hipotecas, perdiendo sus propiedades, mientras el Gobierno federal hacía un rescate financiero a la banca mexicana conocido por Fobaproa, que se sigue pagando actualmente.
 
No obstante, gracias a los golpes aprendidos de esa catástrofe, hoy no sufrimos tan gravemente la actual crisis económica mundial que viene golpeando fuerte desde 2007. No hay mal que por bien no venga. El 20 de diciembre es el día del efecto Tequila.
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