El diccionario más antiguo
Han llegado hasta nuestros días cerca de veinte lexicones antiguos y medievales de palabras griegas y sus significados, además de numerosas obras menores del mismo género. Son los primeros diccionarios de que se tenga noticia, y contienen listas de términos griegos, con frecuencia dialectales o por alguna razón poco comunes. En muchos casos se redactaron como guías para escribir correctamente el griego ático.
Las obras existen porque, después del periodo clásico, la lengua griega fue cambiando y la terminología de los autores clásicos podía representar un problema. En la época romana se puso de moda escribir en el griego ático de quinientos años antes (como lo hizo Marco Aurelio, por ejemplo), y esa moda se mantuvo hasta 1453. Por eso los autores necesitaban guías del uso ático.
A los estudiosos actuales les interesan estos diccionarios porque contienen vislumbres únicos del mundo antiguo. Cualquier helenista tendrá tarde o temprano que consultar a Hesiquio de Alejandría, por ejemplo. Las entradas suelen ofrecer datos históricos importantes y con frecuencia son la única fuente de ellos. Y es que, a diferencia de los diccionarios modernos, incluyen nombres propios e identifican a los personajes en cuestión.
Por lo general las obras tienen la misma estructura y mantienen un orden alfabético, aunque no siempre. Se da una palabra (o forma, o frase), seguida por otra u otras para explicarla. A veces son párrafos enteros. Otras veces se menciona a los autores que han usado ese término, o se copia una cita de algún escritor. Como se ha perdido la mayor parte de la literatura griega antigua, estos fragmentos son valiosísimos. El lexicón también contiene a menudo informaciones de interés histórico, artístico, antropológico o económico sobre el periodo clásico.
La mayor parte de estos libros están incompletos, tienen interpolaciones o fueron revisados por los sucesivos copistas. La tendencia a copiar uno del otro significa que el material de dos lexicones puede no ser independiente.
La mejor reseña sobre los textos de esta índole que se conservan está en el gran compendio de la helenista de la Universidad de Columbia Eleanor Dickey, Ancient Greek Scholarship (OUP, 2007), indispensable para leer a los clásicos, la literatura bizantina, la patrística o la de la antigüedad tardía.
Los lexicones más importantes son el de Hesiquio (una compilación del siglo V de lexicógrafos y gramáticos de la antigüedad) y el Suidae o Souda (una enciclopedia bizantina del siglo X), que recogen elementos de fuentes desaparecidas muchos siglos atrás. Según Hesiquio, la lexicografía comenzó con el establecimiento de glosarios de términos poco usuales, con significados ambiguos u obscuros, compilados alrededor de un autor específico, como Homero, o para determinado género, como la tragedia o la comedia. Se les conocía como glossai y, después, como lexeis. Tal parece que la palabra glosario ya está en las obras de Aulo Gelio (siglo II, aunque quizá no se refiera a un diccionario), mientras que el término lexicón se halla por primera vez por el siglo X, en el Etymologicon Magnum. Las palabras diccionario y vocabulario son aún más tardías.