Ideas

Efecto marabunta

Pocas ciudades en México pueden presumir una sociedad civil tan activa como la nuestra, y para muestra una exposición: en el Museo de la Ciudad está la exposición titulada “Toma la Ciudad”, en la que  decenas de organizaciones civiles de lo más diversas exponen de manera sucinta y creativa lo que hacen por la ciudad. Los hay desde los que se interesan y se ocupan de la sana alimentación de los tapatíos, los que promueven el uso de la bicicleta, los que buscan una ciudad incluyente o los que se ocupan de los migrantes. “Toma la Ciudad” es además un espacio de diálogo, discusión e intercambio entre las diferentes organizaciones de la sociedad civil que todos los días hacen algo para que Guadalajara sea más amable, más nuestra, más vivible.

Dentro de las acciones de “Toma la Ciudad”, y con el noveno aniversario de la Vía RecreActiva como excusa, Guadalajara 2020 (sin duda una de las organizaciones más interesantes y comprometidas) está convocando para este domingo 8 de septiembre a limpiar el eje Javier Mina-Juárez-Vallarta. Entre los beneficios que ha traído la Vía RecreActiva a este eje es que los ciudadanos nos lo hemos apropiado, es nuestro espacio público de cada domingo, y eso ha permitido, entre otras cosas, que se haya reglamentado el uso de pendones de plástico y los anuncios. Ahora de lo que se trata de es hacer un inventario de mobiliario urbano y de limpiarlo.

En algún momento de la historia reciente de la ciudad decidimos que los postes servían para que cada quien pusiera lo que se le antojara (recuerdo que los partidos pusieron el mal ejemplo allá en los años setenta, pero no sé si hubo antecedentes más atrás). Lo cierto es que ahora los postes sirven para todo tipo de anuncios informales, pegotes, calcas, esténcil, grafitis, etcétera. Todo mundo se siente con derecho de poner lo que quiera, pero nadie se siente con la obligación de limpiar lo que ensucia.

Tenemos que cambiar la concepción del espacio público como la tierra de nadie y que mal cuida el Gobierno para entenderlo como el espacio de todos y que todos cuidamos. Limpiar el mobiliario urbano es una forma simbólica y real de apropiarnos de la ciudad haciéndonos responsables de ella. Después de ver el trabajo que cuesta quitar una pegatina de un poste o el grafiti de una banca, seguramente ya no nos dará lo mismo que una empresa o un particular se apropie, ensucie o destruya el mobiliario urbano de nuestro espacio público.

Éstas son las pequeñas acciones que construyen ciudadanía. Ése es el efecto marabunta: miles de ciudadanos, que uno a uno somos insignificantes, pero que juntos constituimos una gran (y temida) sociedad civil.

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