Ideas

Ecología de los organismos del suelo

Vamos a tratar, en la presente colaboración, un tema que es de suma importancia para quienes ejercemos la profesión de producir cultivos. Si bien es cierto que el uso de fertilizantes se ha generalizado en nuestra agricultura, y que también  es cierto que muchos de nuestros suelos se están “destruyendo” con la erosión, es urgente pues, hacer conciencia de que al “desnudarse el suelo”, ello se debe a la falta de materia orgánica en cantidades suficientes para mantener el poder de amortiguamiento del suelo.

A manera de introducción del tema, queremos explicarnos principios básicos que debemos tener los productores, siempre actualizados.

Por suelo se entiende en tecnología agrícola, como en agricultura, la parte de la capa superior meteorizada de la corteza sólida terrestre en condiciones de servir de sostén a las plantas que sobre ella crecen. El suelo se divide de modo general en suelo superficial o vegetal y subsuelo. El suelo vegetal es la capa más superficial del suelo, por lo general suelta y húmeda en los suelos buenos de “migajón”. Es el lecho donde germinan las  semillas y por tanto, la zona más importante de desarrollo de las raíces de las plantas. Por ello nos debemos obligar a mantenerlo siempre en buen estado, con el laboreo y la fertilización. El subsuelo, en general el más compacto, es el almacén natural de nutrientes y agua de las plantas. Al subsuelo no llegan los medios ordinarios de laboreo del suelo. Para su mejoramiento es preciso pues, adoptar medidas agrotecnológicas; para ello es necesario también que no olvidemos que el suelo tiene vida, y parte de la base de esa vida son los organismos micro que lo pueblan. Estos microorganismos viven en una ecología un tanto “especializada” debido a   los movimientos que se suscitan en la dinámica social de tales corpúsculos.

En esa dinámica resultan colonias de microorganismos benéficos y microorganismos nocivos. A medida que hemos aumentado los conocimientos sobre los microorganismos del suelo, se sabe que muchos de ellos tienen sólo una pequeña pare de su existencia en el mismo. A veces esta etapa de su ciclo vital no parece ser otra cosa que una espora o quiste en reposo que espera la llegada de un huésped susceptible, mientras que oros organismos están supeditados al suelo, completando en él todo su ciclo evolutivo.

Sabemos que algunos son habitantes naturales de éste mientras que otros, son miembros transitorios en la población edáfica; se le considera invasores. Es muy importante la distinción no solamente en los hongos, sino también en otros grupos de microorganismos como las bacterias. Muchos de los invasores del suelo son patógenos para las raíces y para otros organismos y su período de actividad en el mismo se limita a los primeros estadíos (etapa de desarrollo) de desintegración de los tejidos del huésped muerto. En los nematodos, todos parásitos, del período de invasión del suelo puede quedar reducido, a los quistes, ya la breve frase que existe entre la incubación de los huevos y la invasión del huésped, a pesar de que durante el período intermedio, cuando el nematodo emigra a través del suelo, puede considerarse como auténtico organismo de éste.

Muchos parásitos son capaces de vivir, al menos, durante cierto tiempo, en el suelo y el desarrollo continuo del huésped puede regir grandes poblaciones de parásitos que están presentes en el suelo. Un ejemplo nos lo dan los trabajos de investigadores como Bolley y Manns que  encontraron en el monocultivo por largo período de lino, el parásito “lungáceo Fusarium lini” llegó a ser tan abundante que en el recuento en placa de laboratorio se detectaron 45 mil colonias del hongo por gramo de suelo. Siguiendo el mismo tenor, encontramos en la investigación del mezcal tequilero que hicimos al nematodo.

Heterodera en terrenos que fueron cultivados repentinamente. La eliminación del huésped  permite la desaparición más o menos rápida de los  organismos patógenos. El parásito puede proceder de partes de plantas o animales del mismo suelo o bien puede unirse  a las raíces o asociarse con verdaderos animales de aquél. Hay también gran número de organismos que sólo son parásitos débiles y van unidos fundamentalmente a los tejidos en descomposición. A veces, muchos de estos individuos son los primeros saprofitos de los tejidos muertos. Los organismos del suelo propiamente dichos también comprenden un número determinado de grupos. Así, otro especialista de la microbiología agrícola, el profesor Winogradsky, establece que, en relación con las bacterias, existen dos grandes divisiones: los organismos zimógenos, en los que recaen los períodos iniciales de descomposición de la sustancia orgánica añadida y   los organismos autóctonos, que constituyen mi grupo más estable y que no afectan notablemente aquella sustancia.

El concepto de organismos zimógenos y autóctonos abarca a los hongos y también a muchos grupos de la fauna del suelo a la vez.

Garret hizo un clasificación de los organismos del suelo que es válida en la actualidad por el respaldo que obtenemos de ella: parásitos obligados (a), vegetales o animales; parásitos que son también invasores o habitantes del suelo, e invasores de tejidos en destrucción (b), verdaderos organismos del suelo (c), son pues zimógenos o autóctonos. Así como los hongos pertenecen a grupos muy vagos, las formas “expectonas” se incluyen de forma particular en las autóctonas y zimogéneas. Este nuevo grupo está formado por invasores del suelo que tiene escaso poder de  adaptación a la continua actividad vegetativa del sustrato del suelo.

Estos organismos pueden estar relacionados con la caída del fruto o del tallo (típo dumping off) o bien ser especies de un “suelo extraño”. Los parásitos obligados dependen por completo de los huéspedes en cuanto a su alimentación, no obstante pueden encontrarse en el suelo en estado latente o semi-latente durante mucho tiempo. Además, pueden tener una breve fase transitoria en el suelo cuando emigran desde la estructura en que permanecen latentes hasta su huésped. El gusano barrenador de la papa por ejemplo, yace latente, así como los huevos,, en los quistes que permanecen viables en los suelos durante varios años.

Bajo el estímulo de las secreciones de la raíz de la papa maduran  los huevos y los nematodos jóvenes se mueven por el suelo hasta atacar las raíces. Una fase semejante se produce en la germinación de una espora o en el desarrollo de la esclerotia de un hongo patógeno.

Un grupo de parásitos está integrado por formas que son capaces de vivir activamente en el suelo, al menos durante cierto tiempo, Waksman, estableció conceptos referentes a la microbiología e hizo la distinción de invasores y habitantes del suelo; retornándolo, Reinking y Manns, estudiaron las especies  Fusarium, un grupo de hongos emparentados con las  enfermedades de la raíz de muchas plantas. Garret, en 1938, definió a los habitantes del suelo como parásitos primitivos en los que el parasitismo es concomitente con la existencia saprofítica del suelo y los invasores del suelo como “parásitos del más alto grado de especialización” que mueren ante la prolongada ausencia de sus huéspedes, debido a su sustitución por saprofitos, en la lucha por la existencia sobre materia orgánica muerta.

Las invasiones de las raíces por hongos comunes son distintas a las de las asociaciones micorrizales así como a las de los nódulos formados por bacterias y actinomicetos. Algunas de ellas, como los nódulos bacterianos de las leguminosas, son asociaciones claramente beneficiosas; otras, como las micorrizas  endotrópicas (de movimiento direccional interno)  no pueden valorarse tan fácilmente. En los trabajos de campo al frente de cultivos se dificulta  muchas veces el diagnóstico; sin embargo, hablando de las  leguminosas, hemos de tener cuidado al utilizar herbicidas hormonales como el ácido del 2-4D, ya que con sobredosis o aplicación repetida puede inhibirse la función de los rhizobiums y, entonces no encontraremos nódulos en las raíces.

En las asociaciones micorrizales aparece la unión entre el hongo y la raíz de la planta para formar una estructura compuesta denominada micorriza. Normalmente no encontramos síntomas patológicos agudos, por lo que consideramos a la asociación mutuamente benéfica. A veces podemos confundir en las decisiones para ubicar entre los parásitos obligados de la raíz o formas del suelo capaces de invadir las raíces.

Ahora bien, en las formas ectotrópicas, la mayor parte de los hongos que interesan son los agaricáceos, y los estudios fisiológicos de Millin y su escuela en Suecia ha demostrado que estas especies presentan una capacidad de ataque para  los substratos complejos mucho más reducida que las correspondientes formas no micorrizales. Por ejemplo, los hongos de este tipo, relacionados con las infecciones ectotrópicas, no son capaces de descomponer la celulosa o lignina y parecen depender de las raíces de las plantas para utilizar los azúcares como fuente de carbono. Aunque las hifas de estos hongos se introducen en el suelo a través de la capa que reviste la raíz, no es fácil determinar el papel que cumplen estas hifas en la nutrición del hongo.

La opinión que se ha manejado es la de que las invasiones micorrizales intervienen favorablemente en la absorción de sales minerales particularmente en aquellos suelos que tienen bajos niveles de sales utilizables. Es por ello indispensable, la textura del suelo que permita la aireación constante para lograr la cantidad de oxígeno necesario a la flora del entorno de la raíz.

Sigue navegando