Contra el sentido común
El sentido común es el menos común de los sentidos, dice algún refrán. Esa afirmación le atribuye un valor desconmensurado a dicho argumento. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo entiende como el modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las personas. No obstante el término no es tan preciso: se puede entender como un apelación a la cultura popular, como un juicio obvio basado en percepciones de opinión pública; o sencillamente como un argumento que le dé justificación a lo que parece obvio. De ahí una conveniencia de no usarlo, para evitar argumentar sobre un concepto cuya terminología empuja a la ambigüedad. En lugar de ello, es conveniente dilucidar el alegato concreto: así lo entiende la opinión pública, la tradición dice X, etcétera.
Por otro lado, apelar al sentido común debilita la propia posición en la discusión porque su uso da una idea de desesperación.
Y no se diga de su subjetividad: Determinar lo obvio o lo que sólo requiere de un razonamiento intuitivo dependerá en todo caso de la circunstancia de la persona y de lo que entiende como plausible. Luego, para que resulte contundente la apelación al sentido común, es menester entender a cabalidad las mentes y modos de los otros, situación de la que gozan exclusivamente los adivinos, oráculos, gurús y demás farsantes.
Luego, al apelar al dicho sentido, el sujeto se autocalifica oráculo y al hacerlo, se liga al argumento de autoridad: así es porque yo lo digo que así es.
Cada vez será más difícil construir discursos sin solidez: gracias a las tecnologías de la información, cualquiera puede verificar sin mucha dificultad las afirmaciones, ideas o alucinaciones de los políticos y analistas, entre otros. Sin embargo, ese pseudoargumento y otros de similar catadura, se pueden revestir de fuerza bajo estructuras populistas, clientelares y corporativas. En esas estructuras todo lo familiarizado con el argumento de autoridad no requiere de demostración y menos de comprobación: la lógica y los hechos verificables no son relevantes, sólo lo es el sentido común del líder.
Desgraciadamente venimos de una cultura política autoritaria que todavía acepta con facilidad la validez ese tipo de conjeturas. No es difícil encontrarse en discusiones con reprimendas tales como: ¿Y tú quién eres para criticar lo que dijo fulano, si el es la autoridad?
Fe de erratas.
En mi texto de la semana pasada afirmé: “(...) lo que los panistas bajo el gobierno del presidente Calderón, no permitían [la ratificación por el Senado de mandos policiacos], ahora lo exigen de malas formas)”. Y debe decir: (...) lo que los panistas bajo el gobierno del presidente Calderón, pretendían [la ratificación por el Senado de mandos policiacos], ahora lo impiden de malas formas).
Estimado lector: Viaje en Parasubidas se va de vacaciones. Nos vemos de regreso el 11 de enero. Muchas gracias por haberme leído durante este año 2012. A todos les deseo un próspero, exitoso y saludable año nuevo.