Ideas

Cómo ser líder de una secta

a) Estructure su secta como una cebolla, que parezca benigna por fuera, ocultando los abusos en el centro. b) Controle el comportamiento de sus seguidores. c) Controle sus pensamientos y haga que la doctrina piense por ellos. d) Induzca la culpa. e) Controle la información y mezcle pocas verdades con muchas mentiras. El líder es perfecto y por consiguiente su doctrina también. f) Quiébrelos mentalmente y llame a eso “despertar espiritual”. g) Reclame autoridad divina o por conocimientos especiales. h) Invente historias que realcen su importancia. i) Indúzcalos a estados de transe, y aprovéchelos para injertarles su doctrina, es el mejor momento para el lavado de cerebro. j) Oblíguelos a demonizar su vida pasada y a exaltar la actual. Reescriba la vida de sus seguidores. k) Desarrolle un sentido atrofiado de pertenencia, de tal manera que a los no miembros se les trate de “ellos los malos”, y a los miembros de “nosotros los buenos”.
Las anteriores son algunas recomendaciones que extraje de un video en youtube —parte de la nueva sabiduría popular— cuyo nombre es igual al título de esta columna, mismo que recomiendo ampliamente, ya que es de esas cosas excepcionalmente dotadas de verosimilitud en la red. (Al final el lector encontrará la liga correspondiente) Como se podrá observar, casi todos los líderes de los partidos políticos y sus sucursales (a los cuales me referí en mi anterior entrega como sectas políticas) se comportan de manera análoga a los líderes de sectas. La fenomenología es brutalmente similar. Tener la sangre fría para controlar la vida y el patrimonio de otros, responde a una torcedura de la concepción ética que ahora se sabe nata, (recientes estudios demuestran que los bebés ya traen criterios éticos integrados, dando la espalda a las especulaciones al respecto de Locke y Freud y comprobando de alguna manera los conceptos de Rousseau) que sólo parece ser explicable por una drogadicción: la adicción al poder. Dicha adicción, acaso la más dañina en la historia de la Humanidad, nubla al adicto de toda consideración y vulnera su percepción sobre la realidad. Además, los efectos causados por la adicción al poder son muy semejantes a los de otras drogas que se encuentran prohibidas, como la cocaína. El deseo compulsivo por mandar hace de ese adicto un esclavo del poder. Sin poder su vida no tiene sentido. Una muy admirada amiga, platicando de estos temas y ante la imposibilidad de prohibir la adicción al poder, me sugirió un paliativo: obligar a los políticos a sostener terapias para controlar su adicción. No se oye mal. Urge transitar de la moral sectaria a la moral abierta. Vínculo: http//www.youtube.com/watch?v=DfwvHQVb4Yg
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