“Comer, rezar, amar”
Como si fuera su vida, Julia Roberts interpreta la insatisfacción de Elizabeth al tener todo lo material para disfrutar, y dejarlo para incursionar por lo desconocido y básico para el ser humano. Esposo, residencia lujosa y carrera profesional exitosa, la convertían en persona admirada y envidiable, pero en su interior decide buscar algo más que la conduce a Italia, India e Indonesia.
El comer algo diferente y variado lo encuentra en la Península italiana y más delante su instinto inducen a la devoción expuesta en la oración en India y al amor auténtico en Indonesia cumplimentando el deseo de la íntima satisfacción del ser.
La narración entraña e impone el esfuerzo del encuentro consigo mismo; el aspecto espiritual al margen de cuanto nos reduce al materialismo; mirar al mundo con el corazón, más allá de la vista, es lo que Ryan Murphy intenta desplegar en la dirección con equilibrio convincente y humanista.
Comer, Rezar, Amar es un intento de rechazo al modelo de vida contemporánea, centrado en el personaje Elizabeth Gilbert interpretado cuidadosamente, con la experiencia de Julia Roberts dando los pasos conductores a sitios del mundo diferentes y a la vez cercanos a la comprensión de los valores inspirados en la penetración a tesis milenarias; finalmente para alcanzar la felicidad.
El despliegue de imágenes de las imágenes por ciudades y cultura de aquellos pueblos ameniza la congruencia de la búsqueda de lo básico con el humilde aprecio, por medio de la oración que finalmente llevan al amor en un marco de paz y con él de la tranquilidad.
La imagen de Nueva York resulta idónea para el contraste con India, sobre todo, por el vértigo de su vida con diferente concepción y desarrollo.
Dios nos guarde de la discordia.
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