Carrera contrarreloj
Por Eduardo Escoto
En materia cultural, uno de los temas que acapararon la atención en la semana que termina fue el del marcado deterioro que sufre la Casa Castiello, finca de valor patrimonial construida en la década de los años veinte del siglo pasado. Ubicada en la Avenida Vallarta, la casa parece condenada a sufrir el destino de la enorme mayoría del patrimonio arquitectónico de Guadalajara.
Este caso ha conseguido generar un interés generalizado a través de las redes sociales, sin embargo, otros todavía más graves están teniendo lugar, como sucede con la Casa Reforma (Reforma 363, 367, 369 y 373), la cual, siendo ni más ni menos que la finca más antigua de Guadalajara después de la Catedral, se encuentra al borde del colapso.
Estos hechos relacionados con el patrimonio tangible evidencian la problemática que se vive en esta ciudad en lo referente a su valoración y conservación, pero son ante todo un reflejo de ese mismo desdén que existe en otros ámbitos de la herencia cultural tapatía.
Así, en el plano musical no contamos más que con la localización de algunos archivos musicales, muchos de ellos no catalogados ni estudiados. Numerosas composiciones, trabajos y datos que conforman el legado de muchos músicos jaliscienses y otras piezas de gran valor musicológico se encuentran extraviados o permanecen en las sombras. Este desconocimiento impide una verdadera interpretación de nuestra cultura musical y hace imposible perfilar su identidad de forma nítida.
En el marco del patrimonio musical tangible, el panorama es incluso más gris. No se conservan instrumentos identificados con la práctica musical colonial ni decimonónica, los órganos barrocos que existieron en gran número en la antigua Guadalajara apenas arañaron el siglo XX y fueron desechados con el mismo desinterés o ignorancia que hicieron falta para echar abajo —por nombrar un caso comparativo— los edificios y monumentos que dieron lugar a la céntrica “Cruz de plazas”.
En este sentido, se puede afirmar que la conservación y rescate del patrimonio musical no sólo tapatío, sino jalisciense, vive una carrera contrarreloj y ojalá que las acciones que llegaran a emprenderse en su favor pudieran llevarse de forma paralela a las de otros rubros o pudieran servir incluso de ejemplo, de manera que se pusiera en marcha un rescate cultural integral.