Capataces, mayordomos, encargados
¿Quienes son esos personajes en las labores agropecuarias? Nada más que nada menos que la parte primordial para la buena marcha de la inversión. Elementos de la sociología del trabajo de campo, necesarios y a veces indispensables, según el concepto que el inversionista tenga de lo que es producir elementos, y según también , el criterio que se aplique en cada caso.
Carecemos en México de una capacitación media o bien escuelas especializadas en donde ésta se adquiera; Tenemos sí, centros de enseñanza con denominación en diferentes siglas que, pretendidamente dan los fundamentos a la muchachada nivel secundaria, para que los graduados puedan prestar su auxilio al productos común. Los resultados evaluados de este tipo de enseñanza son muy pobres; Según lo ha venido constatando el trabajo desarrollado, espacio al que ha tenido acceso esta columna viajera que sale a la luz los domingos.
Los antecedentes de este tipo de enseñanza fueron las escuelas prácticas de agricultura establecidas en varias regiones del país durante el gobierno de Don Lázaro Cárdenas; muy ambicioso el programa plasmado en diversas materias concernientes a la práctica cotidiana del campesino nuestro, si bien los requisitos de escolaridad se limitaron a la escuela primaria, esto es, terminar el sexto año.
Con el cambio en la administración federal se fue el general Cárdenas y llegó a ocupar la silla presidencial Don Manuel Ávila Camacho, durante su administración fue que “con un plomazo” dejaron de funcionar aquellas escuelas que de haber continuado funcionando, tuviéramos en el presente hábiles responsables en la administración de los cultivos tanto como en el quehacer pecuario.
AMBICIONES Y CONFORMISMOS
El estudiantado de las llamadas Escuelas Técnicas Agropecuarias tiene como requisito presentar su certificado de secundaria y a partir de su admisión el solicitante se enfrenta a las realidades, que son en la mayoría de los casos carencias de equipo para aprender el trabajo manual, en el que se debe incluir las instalaciones de laboratorios específicos; en este momento el estudiante siente estar colocado en un primer escalón del academismo que lo lleve a obtener un título profesional azás de Agrónomo o Veterinario. Por supuesto que debemos entender que, acorde a nuestra idiosincrasia nos es dable ambicionar un título; Sin embargo el que se obtiene a nivel técnico medio es tan valedero con aquel que conlleva a la maestría y al doctorado. Dos aspectos en la preparación del hombre de campo, o para beneficio del hombre de campo. La práctica directa y cotidiana sobre el surco de los cultivos le daba al estudiante en las escuelas del Cardenismo la oportunidad invaluable de enfrentar las realidades, y desarrollar lo aprendido a la vez que la oportunidad también de aplicar su muy personal ingenio para la solución de cualquiera de los múltiples problemas que se presentan durante el ciclo biológico del vegetal. La asistencia diaria al campo fue obligatoria después de pasar tres o cuatro horas en las aulas.
En las escuelas establecidas a partir del Echeverrismo los estudiantes pululan en los salones de clase y así “brillan por su ausencia” en el terreno de los hechos. Cuasi estamos seguros que la pedagogía en este tipo de escuelas tiene un alto por ciento de teoría y que el tiempo de estudio dedicado a ésta, es muy limitado y no le permite al estudiante poner en práctica aunque sea en parte, lo que el orientador o guía le dijo en el aula. No podemos como profesionales del campo que domos soslayar los conceptos de la economía agrícola o, para que la frase sea mas completa la economía rural en donde lógicamente se incluye al trabajo agropecuario. No haremos la pregunta de cual ha sido la inversión en estos programas de enseñanza Técnico-Agropecuaria en las últimas décadas; pero sí, sabemos que con aquellas sencillas escuelas del pasado la inversión fue casi insignificante en comparación con el beneficio que se obtuvo para el entonces incipiente desarrollo agropecuario de México, mismo que sigue careciendo de un proyecto ya considerado indispensable.
Aquellos egresados de las escuelas rurales para el trabajo de campo, desaparecieron por razón natural, se hicieron viejos y no hubo sustitutos; desde entonces han pasado ya más de seis décadas y ¿qué tenemos? Empíricos improvisados quienes en muchos casos son analfabetos. Lo hemos vivido y lo hemos sufrido.
En muy raras ocasiones y por supuesto con las respetables excepciones, una fuerte inversión de desarrollo agrícola o pecuario, queda a cargo o “en manos de un vale” cuyo padre ó abuelo fueron mozos, peones o jornaleros del “patrón o señor amo”, como todavía se le nombra al inversionista ranchero en la región del valles del mezquital y en algunas ex haciendas del Estado de Tlaxcala. Personas calificada como muy honradas capataces de exponer la vida en defensa de sus patrones y también de sus muy particulares intereses; Porque como reza un adagio nuestro: honrado, honrado, honrado lo que se dice pues honrado por tres veces es difícil de calificar, o como dicen que dijo Diógenes –aquel de la linterna-, imposible de encontrar.
En esta época de economía globalizadora en la cual se busca el aprovechamiento y explotación de recursos naturales y mas , si estos están ligados a la producción de cosechas, en indispensable la capacitación completa de todo individuo, o toda persona incluida desde luego la mujer, que trabaje en el desarrollo de cultivos. El trabajador común mozo o jornalero, no se contrata par que le griten y lo regañen; es curioso que tengamos inversionistas con un concepto equivocado de su posición y con un criterio tan primario que los hace expresar que: Yo pago, yo mando, grito y hasta regaño cuando me venga en gana. El trabajo agropecuario en una empresa en la que cada uno de los participantes tiene la importancia en sus funciones, porque el objetivo es alcanzar óptimos rendimientos; Es por ello que todos a una, debemos velar por la rentabilidad de la inversión, entonces pues hay que sujetarse a un organigrama; En tal virtud los Capataces, Mayordomos o Encargados en las diferentes áreas de la producción agropecuaria, son un rotos importantísimo alrededor del cual gire la suerte de la empresa. Es así, que deben tener el conocimiento específico en el trabajo que desarrollen, no se trata de creer o que crean que la llegada al empresa de un técnico titulado va a ocupar su puesto de responsabilidades. Son funciones muy diferentes pero sujetas al trabajo de equipo o coadyuvación de intereses.
Nunca es tarde para iniciar el camino de la superación, prepárense atinada y adecuadamente a los encargados y responsables de la capacitación; No podemos admitir la presencia de “mil usos”, pero sí preparar específicamente al individuo si este ha de trabajar con ganado en cualquiera de sus variantes o bien con vegetales en los diversos cultivos. No hay quien sepa tanto y todos los días se aprende.
En la estructura operativa el capataz general debe ser apoyado por jefes de cuadrilla o mayordomos; Y el encargado simplemente a sus funciones de cuidar el rancho o las instalaciones o, alguna otra labor específica.¿Cuándo vamos a tener éstas escuelas de las realidades Señor Secretario del Ramo? ¿Va a entender Usted nuestra problemática realista y sabrá como resolverla, o cuando menos darle un buen empujón durante su estancia en ese importantísimo puesto que tiene que ver con la producción de cosechas y alimentos? Porque el campo esta quebrado económicamente, no tenemos recursos para hacer nuestro trabajo muy a pesar del tradicional jilguerismo político y el tradicional triunfalismo que se sabe y se siente a través de los diversos medios noticiosos.
Todos los factores involucrados en la producción agropecuaria nos parecen ahora complejos y es por aquello de que: Ni chicha ni limonada; Es decir no somos una cosa ni otra, sino todo lo contrario como se decía tan repetidas veces durante los seis años de Don Luis. Complejos por no ubicarnos en una posición de que hagamos lo que hagamos lo hemos de hacer bien, y no a medias o con parches. Un mandamás pecuario debe ser la gran columna de apoyo de la inversión cualquiera que sea la variante de su explotación. Un mandamás agrícola debe conocer también y “de pe a pa” todo lo que concierne al cultivo y cosecha hasta llevar ésta a la industria o al anaquel.
LOS RIESGOS EN LA INVERSIÓN
Son muchos y pocas veces se tiene conciencia de ellos, por supuesto que la falta de un proyecto planificado y la carencia de programas en el mismo, reflejan la duda del éxito. Cualquiera dimensión de explotación pecuaria o agrícola debemos manejarla a partir de tales factores, es el trabajo constante de una administración y aplicación de partidas de presupuesto, cuya evaluación y valoración no deben depender del empirismo o improvisación, y menos ahora que se tiene la tecnología para cada rama del quehacer humano.
El mercado nacional o doméstico y ahora el de exportación con mayores expectativas ofrecen horizontes económicos cuyas limitaciones solo están en el ánimo y ganas de trabajar y hacer las cosas bien; Nuestros productores del agro ahora tienen la facilidad de la información actual con la tecnología de la electrónica que, cuando se utiliza la consulta por internet se obtiene una información verás. El consumidor nacional o doméstico tiene por tradición un concepto de la calidad muy alejado de los criterios de utilidad en el manejo económico de las diferentes cosechas; El comprador e importador de nuestros productos de campo en el extranjero establece normas de mercado que se inician y tienen su base en la calidad del producto final. Si nuestros productores no quieren entender este importantísimo aspecto, sí que están arriesgando o poniendo en riesgo el dinero invertido en el futuro de esa inversión. A lo largo de la cadena productiva agropecuaria hay pues un cúmulo de aspectos y factores cuyos manejos pesan sobre los hombros de los capataces y mayordomos, por la habilidad y conocimiento, o por la ignorancia o ineptitud se alcanzan los triunfos o se hunde en el fracaso. Personajes pues sin duda alguna que deben ser considerados los auxiliares cuasi inamovibles aunque se diga corrientemente que todos somos necesarios pero no indispensables.