Ideas

Canta y no llores

Debo a la persistencia de mi esposo haber visto la película Jersey Boys, una historia “de nuestros tiempos”. Dirigida por Clint Eastwood, estrenada en 2014, cuenta cómo al grupo “Four Seasons”, cuatro amigos que no iban por muy buen camino en el New Jersey de los años sesenta, la música les cambia el horizonte. El protagonista, Frankie Valli, cae en depresión tras la muerte de una de sus hijas. De esa postración lo ayudan a salir dos amigos que le proponen una canción que se convierte en uno de sus más grandes éxitos: Can’t take my Eyes Off You.

La música nos salva; así sea en el consultorio del dentista o cuando necesitamos esperanza. Sin ella, no me hubiera sido posible soportar la noticia del hallazgo de más de 60 cuerpos semi embalsamados en un crematorio en la ciudad de Acapulco, Guerrero, la semana pasada. Un horror sumado a tantos otros. Por eso, me conmueve saber que una amiga regiomontana, humanista sabia, ha abrazado un cello, decidida a entrar en el laberinto de paciencia que su aprendizaje exige. Mientras Miriam Guerra abrace su instrumento, siento más segura y fértil la ladera de San Pedro Garza García y el valle abajo que su trabajo ilumina. Así nos ha ido iluminando por años, en México y en el mundo, don Carlos Prieto, sublime maestro cellista. Oírlo interpretar a Bach, conversar con él y con su esposa María Isabel, son regalos de la vida que se agradecen.

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Por eso suena a música que se reconozca a otra mujer que desde la capital de Nuevo León hace el trabajo espiritual de velar por otras y otros en cárceles y otras penas desde hace más de veinte años: la hermana Consuelo Morales, de Ciudadanos por los Derechos Humanos, CADHAC. Las Embajadas de Alemania y de Francia le otorgaron el Premio Gilberto Bosques, en memoria de ese singular diplomático mexicano que como Cónsul General en Francia salvó a miles de judíos durante el nazismo, y a más de veinte mil españoles republicanos, entre ellos María Zambrano, la estupenda filósofa segoviana que vivió unos años en Cuba, y luego en México. >

Consuelo Morales dijo al recibir el premio: “Nunca, ni en mis momentos más oscuros, pensé que estaríamos ante realidades como las que hoy vemos en el país. Sin embargo, alimentada por la fe en un Dios que para mí tiene el rostro de la justicia, mantengo firme mi esperanza en que es posible construir un México diferente a partir de la defensa de los derechos humanos. En los últimos años, esa esperanza, paradójicamente, se nos ha acrecentado en CADHAC al caminar a lado de hombres y mujeres que dando muestras de una determinación admirable, buscan justicia y verdad para los miles de desaparecidos que hay en el Estado de Nuevo León.” Sus palabras, su premio, suenan a música. Cantemos. Así sea para no llorar. Por la esperanza.

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