Ideas

Aunque sea, la Avenida Vallarta

Los calores arrecian, y los domingos ven pasar una creciente cantidad de usuarios de la Vía Recreativa (sin esa “c” propagandística, innecesaria y crujiente). La calle de presumir de Guadalajara se viste de una fiesta pacífica, amable y cívica. Los paseantes, ante el sol a plomo, buscan caminar por la sombra. Más follajes hacen mucha falta. Más árboles.

Con la oportunidad que da el poder circular por Vallarta sin el agobiante tráfico de los coches y los camiones, es posible apreciar lo que queda de las magníficas casas que se alinean a lo largo de varias cuadras. En la esquina de Lafayette/Chapultepec se extrañan amargamente las cuatro grandes casas que formaban ese crucero y que fueron sustituidas por cuatro edificios “modernos”. Un poco se salva el que Eric Coufal levantó en el rincón suroriente donde estaba la casa de los Stettner: tiene cierta digna sobriedad, es todo. Enfrente, en la esquina Nororiente se extraña amargamente el espléndido chalet de los Schneider –después de los Cuzin y luego de los Quevedo— la Villa Normandía. En su lugar está el horroroso edificio de Bancomer, erigido a pesar de las protestas que la demolición de la anterior casa suscitó en la época entre algunos pocos. Como si fuera burla, el consejo de administración del banco determinó entonces “ahorrarse la fachada” y dejaron pelona una estructura de triste concreto que ni siquiera había sido proyectada para ello por el arquitecto Juan Sordo Madaleno.

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Contraesquina (Surponiente), existe otra baja muy sensible: el chalet de Ricardo Bell, una de las mansiones más glamorosas de una avenida que alguna vez pudo competir dignamente (y en diferente escala) con el Paseo de Montejo de Mérida. Un arquitecto no identificado construyó allí un edificio comercial de correcta factura, pero que es infinitamente inferior como aportación urbana a la villa citada. Finalmente, en el sitio norponiente, estaba la gran casa que alguna vez perteneció al gobernador Guillermo Castellanos y Tapia. No se conocen imágenes de esta construcción, que dicen era también magnífica. La sustituyó el muy descongraciado (¿obra de quién?) edificio que alguna vez ocupó el popular Canal 58. >

Total, un desastre. Una esquina que, de haberse conservado, no palidecería ante ninguna otra en el mundo, fue totalmente destruida. Sobre la banqueta norte, un poco más hacia el poniente de Lafayette, decía Ignacio Díaz Morales que estaba la casa de don Ponciano Almada. La característica principal del predio era una prodigiosa ceiba que estaba en la servidumbre y por lo tanto pudo haber sido salvado. Casa y árbol fueron lastimosamente demolidos para dar paso a un edificio comercial dorado (sí, de aluminio dorado), cuyo predio fue luego ampliado hacia el oriente con otra demolición y un estacionamiento de chapopote. En el largo frente de este establecimiento (y en el estacionamiento de chapopote) no hay un solo árbol. Mucho sería de agradecer que los responsables (los particulares y el Ayuntamiento) sembraran a lo largo de ese frente una buena serie de fresnos de buena talla, para en algo disimular los numerosos letreros antirreglamentarios que existen en el lugar (si es que son incapaces de hacer cumplir las normas de imagen urbana), y así reparar la esencial, indispensable perspectiva patrimonial y perfectamente forestada que alguna vez tuvo la avenida Vallarta. Y para dar sombra y oxígeno. (Y por cierto, enfrente de la creación dorada, estaba la muy importante casa de Díaz Morales para don Trinidad Ochoa, de la que Luis Barragán decía que tenía un jardín ejemplar, y que fue también lastimosamente demolida para dar paso a un edificio bancario que ahora está abandonado y hecho un asco público.)

Lo mismo se pudiera decir de otros muchos frentes a la citada vialidad. El del local que vende “electrodomésticos” en la esquina Surponiente de Vallarta y Unión, por ejemplo. O frente a las lamentables bodegas que están al oriente de Escorza (sobre la banqueta norte) del corredor, junto a la excelente “Casa del Abogado” de Pedro Castellanos. O frente al edificio administrativo de la Universidad de Guadalajara, en donde, bajo ninguna justificación, no hay árboles. >

Total, es necesario hacer otra vez de Vallarta la calle que dé más gusto a los tapatíos. Ya tiene en ella a la benemérita Vía Recreativa: es la hora de que EXTRA, la Dirección de Espacio Público Municipal, los dueños de los predios, Parques y Jardines, y los ciudadanos de buena voluntad logren, aunque sea, una calle forestada correcta e integralmente. Sería un utilísimo ejemplo cívico, un estímulo, una ayuda al medio ambiente y al patrimonio, un acto de responsabilidad.

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