Atenco, 10 años de impunidad
Fue una venganza de Estado: más de 2,500 policías federales y del Estado de México entraron la madrugada del 4 de mayo de 2006 a San Salvador Atenco para reprimir a una población cuyo pecado había sido defender su tierra del despojo que pretendía llevar a cabo el gobierno federal de Vicente Fox Quesada, quien tenía el propósito de construir ahí el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
Para hacerlo utilizaron como pretexto un conflicto local. El 2 de mayo, funcionarios del ayuntamiento de Texcoco impidieron a ocho vendedores de flores instalarte en el mercado municipal. Los vendedores de flores pidieron la ayuda de sus vecinos de Atenco, organizados en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). La policía de Texcoco respondió reprimiendo a los floristas y a integrantes del FPDT. Éstos se refugiaron en un local del centro de Texcoco, donde permanecieron sitiados durante varias horas sin que se atendiera la petición de diálogo que hacían a las autoridades municipales. En respuesta a este sitio, vecinos de varios pueblos bloquearon la carretera Lechería-Texcoco; el bloqueo fue reprimido por la policía del gobierno del Estado de México gobernado por Enrique Peña Nieto.
La filmación por las cámaras de TV Azteca de la represión de la policía estatal y la reacción de algunos pobladores que detuvieron y golpearon a policías que los desalojaban, se convirtió en el pretexto mediático para autorizar una de las represiones más deleznables de los años recientes. La represión y mano dura contra los pobladores de Atenco y otros pueblos movilizados, era pedida a gritos destemplados por los mismos locutores de TV Azteca y de otros medios oficialistas.
El coro mediático que demandaba represión encontró oídos atentos en la clase política, que sin importar ideologías acordó la represión en Atenco: el gobierno federal panista de Vicente Fox, el gobierno estatal priista de Enrique Peña Nieto y el gobierno municipal perredista de Texcoco.
Los miles de policías entraron al pueblo, y a las casas de los pobladores sin orden alguna, golpeando indiscriminadamente a todos los que encontraban a su paso. La represión se saldó con dos muertos (Alexis Benhumea y Javier Cortés), decenas de heridos, y 207 detenidos. Además, durante las detenciones 27 mujeres fueron violadas y vejadas sexualmente por los policías que los detuvieron (hecho represivo que amerita un texto más amplio).
Cinco meses después de los hechos, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación donde señaló que las autoridades incurrieron en graves violaciones a los derechos humanos, como al derecho a la vida, violaciones sexuales, tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, incomunicación, lesiones, detención arbitraria, allanamiento de morada, retenciones ilegales, violaciones a los principios de legalidad y seguridad jurídica. Fue un hecho represivo de gran envergadura que en realidad rebasó el conflicto local por la venta de flores en Texcoco; se trató de la venganza del gobierno de Fox y de Peña Nieto en contra de un pueblo digno que se negó a que se les impusiera el despojo capitalista que llaman “progreso”. Las víctimas no recibieron justicia; los victimarios siguen gobernando. Esa es la justicia en México.