Aniv. Rev.
Cuando en México se dieron, por fin, las condiciones para hacer efectiva la primera parte del sueño con que Francisco I. Madero se lanzó a la aventura de la Revolución Mexicana (“Sufragio efectivo”), y, de paso, el ideal de Vicente Fox (“Sacar al PRI de Los Pinos”), hubo entre los ciudadanos que con sus votos hicieron posible “El (cacareado) cambio” un poco de curiosidad y un poco de morbo (lo cual, aunque parezca lo mismo, no es igual): curiosidad por ver si los candidatos postulados por el PAN, convertidos en gobernantes, dormían como roncaban; es decir, si eran capaces de ejercer en el desempeño de los cargos públicos con eficiencia y honradez, y se salvaban de incurrir en la ineptitud y la deshonestidad que se volvieron —según los mismos panistas— marca de la casa de los gobiernos dizque “emanados de los ideales de la Revolución”; morbo por ver qué sucedía, en lo sucesivo, cada 20 de noviembre, en los actos conmemorativos del aniversario del movimiento armado de 1910.
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Fue grotesco al principio. No podía ser de otra manera, si se considera que la palabra “Revolución” —convertida, si no en marca registrada, sí, al menos, en muletilla de los gobiernos priistas— no estaba en el vocabulario de los panistas. Cuando la decían, porque era inevitable que lo hicieran, lo hacían sin evitar incurrir en cierto tartamudeo y denotar cierto rubor.
Quiso el destino que, esta vez —ayer—, el discurso oficial sobre la gesta que al paso de los años ha devenido literatura correspondiera, en su calidad de presidente de la Cámara de Senadores, al panista José González Morfín. De su pieza oratoria, las notas informativas destacaron apenas tres líneas: 1.- Que “la Revolución fue una lucha con la que se logró conquistar la democracia”; 2.- Que Madero y sus colaboradores “fueron víctimas de la intolerancia y la estrechez de miras”; 3.- Que México “necesita recuperar los valores y la ambición por la justicia” que fueron ideales de la Revolución.
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Si González Morfín dijo “recuperar”, en un discurso que seguramente preparó con sumo esmero, convencido de que mucha gente lo escucharía con atención, fue, seguramente también, porque consideró que ése, y no otro, era el verbo a la medida... Así, considerando que recuperar significa “volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía”, se infiere que el político michoacano está convencido de que “los valores y la ambición por la justicia” a los que alude, brillan por su ausencia; que se han perdido, pues.
(Queda, si acaso, la duda, de —como dice el dicho— “si sabe algo... o lo dijo de tanteo”).