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Acosta Chaparro, la muerte de un represor

Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite, militar de carrera retirado del Ejército “con honores” el 23 de abril de 2008, fue asesinado la tarde del viernes 20 de abril en la ciudad de México.

De inmediato las reseñas periodísticas destacaron que este militar retirado estuvo preso siete años (del 2000 al 2007) acusado de tener nexos con el narcotráfico, en particular con el llamado Señor de los Cielos, Amado Carrillo, un poderoso capo que operó en el sexenio de Ernesto Zedillo.

La mayoría de las reseñas olvidó o ignoró que Acosta Chaparro fue un cuadro clave del Estado mexicano en la guerra sucia que emprendió a fines de los años sesenta y setenta en contra de disidentes políticos, grupos guerrilleros y también inocentes que cayeron en la poderosa maquinaria de contrainsurgencia creada por los gobiernos de esa época.

Acosta Chaparro llegó al ejército en 1963 a la Escuela de Paracaidistas y formó parte de la legión de militares mexicanos que recibió entrenamiento contrainsurgente en las bases militares de Fort Benning, Georgia y Fort Bragg, Carolina del Norte.

Ya fuera por el entrenamiento que recibió o por sus propias dotes, se convirtió en uno de los militares más fríos, sanguinarios y despiadados al servicio de las tareas de contrainsurgencia desplegadas por el Estado mexicano. En la década de los setenta fue uno de los responsables de perseguir a las guerrillas de Lucio Cabañas y Genaro Rojas, en Guerrero. Ex militantes de estas agrupaciones lo han identificado como el responsable de cientos de desapariciones de personas, además de torturar y asesinar de su propia mano a muchos más. A Acosta Chaparro se le identifica como uno de los responsables de los terribles “vuelos de la muerte”, que consistió en arrojar al mar cadáveres de disidentes detenidos y ejecutados por el Ejército sin mediar juicio, en la década de los setenta en Guerrero.

El testimonio sobre la participación de Acosta Chaparro en estos asesinatos y vuelos de la muerte fue proporcionado no por un adversario, sino por el mecánico de la Fuerza Aérea de México, Margarito Monroy Candia, quien fue llamado a testificar en el juicio militar que se le impuso a Acosta Chaparro en el año 2000 por su nexos con el narcotráfico.

Siete años pasó en la cárcel, pero en julio de 2007 fue liberado durante el Gobierno de Felipe Calderón. Para ex guerrilleros y disidentes que padecieron la tortura de manos de Acosta Chaparro, la liberación de este personaje mandó un mensaje de conciliación con el Ejército y un mensaje de impunidad para los delitos de violaciones de derechos humanos cometidos durante la guerra sucia. Acosta Chaparro era premiado así, por los servicios que prestó al Estado mexicano deteniendo, matando y desapareciendo disidentes en completa impunidad.

El militar asesinado el viernes, se suma a la lista de otros personajes claves de la guerra sucia mexicana, como Miguel Nazar Haro, quienes además de ser represores, fueron acusados por nexos con la delincuencia organizada, delitos perdonados por el papel que prestaron como represores en México.

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