Ideas

“A los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad”

Dicen que amor con amor se paga y así como Gabriel García Márquez amó de tal manera a México, que, viviendo  aquí desde muy joven, le dio por escribir en la ciudad de México su primera novela, y que terminó por morirse aquí, en Jueves Santo, así ayer la Cámara de Diputados –igual que lo hizo el martes el Senado- le rindió un homenaje, evocando la magia de su palabra.

“La magia de la literatura deja testimonios de los actos de gobierno y de políticos”, citó la diputada panista, y yucateca, Beatriz Zavala Peniche a Gabriel García Márquez. Y lo citaba otra vez: “Un periodismo realista que haga ciudadanos atentos, inquisitivos, incrédulos de los políticos de pantalla, que una cosa dicen y otra cosa hacen. Porque para tener memoria, a los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad”.

Era una cita muy ancha, como un saco inmenso y flexible, que podían ponerse irremisiblemente todos los que ahí permanecían en el Pleno.  

Beatriz Zavala siguió: Por eso luchemos contra la desmemoria; como Arcadio Buendía, porque un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, a cien años y más de soledades”.

Aupado en la memoria de los legisladores, destellaba la prosa única del colombiano: “El Gabo también nos dijo que cuando olvidemos la literatura y la enviemos a los vagones de carga, el mundo entonces habrá acabado de joderse”. Y otro destello garciamarquiano: “Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo tierra. Así se echan raíces y él las dejó en esta tierra; las dejó en México”. Y otro más, en voz  de Zavala: “Que la vida es una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir y que lo mejor de ella es el amor. Y así reconoció que ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía”.

De cuando García Márquez habló de una mujer, su esposa, y del poder, evocó entonces el perredista Tomás Brito Lara: “En todo momento de mi vida –citaba al colombiano- hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces. Me producen un sentimiento de seguridad sin el cual no hubiera podido hacer ninguna de las cosas buenas que he hecho en mi vida. Sobre todo, creo que no hubiera podido escribir”.

Y de cuando justificaba literariamente García Márquez a El Otoño del Patriarca y El General en su Laberinto, Tomás Brito Lara dijo: “Gabo dejaba en sus cuentos y novelas al poder para quienes estaban imposibilitados para el amor”.

Y añadía el perredista: “Pienso que la incapacidad para el amor los impulsa a buscar el consuelo del poder. Recrea los personajes con vocación de poder como seres mitológicos que América Latina ha legado al mundo”.

Brito Lara citó a García Márquez: “Gabo afirmaba: siempre he creído que el poder absoluto es la realización más alta y compleja del ser humano, y que por eso resuma a la vez toda su grandes y toda su miseria”.

El PRI, en voz de Aurora Denisse Ugalde Alegría, dijo: “Hemos leído en los últimos días de quienes tuvieron el honor de tratarlo que su carácter tropical le permitía hacer críticas severas, incluyendo a jefes de Estado, pero que nunca hablaba mal de nadie”.

Y remachaba la priísta: “México debe sentirse orgulloso porque aquí se quedó y convirtió para siempre en el más mexicano y universal, el colombiano de Aracataca, su mágico Macondo. Nada puede favorecer más la convivencia humana que las palabras. Las palabras bien dichas, las palabras bien intencionadas, las palabras que impongan la razón y no la fuerza”.

Sonia Rincón Chanona, de Nueva Alianza: “El colombiano es el escrito más leído y más querido de esta región porque logró proyectar la experiencia irreductible de la provincia colombiana y su contexto histórico y geográfico (…) Tenía muy presente la condición de desigualdad, injusticia, dominación y oprobio que caracteriza a la historia contemporánea”.

Rosa Elia Romero Guzmán, del PT: “El hombre es su palabra, decía un gran orador y poeta, chihuahuense de nacimiento y oaxaqueño de adopción, el maestro José Muñoz Cota. Por ello esta máxima se aplica a cabalidad con la vida y la obra del maestro Gabriel García Márquez, (quien) reflejó en sus obras las circunstancias de nuestra América Latina lastimada por el poder político y por quienes ejercen ese poder, pero que supo sobreponerse a ello, como afirmó el presidente colombiano Juan Manuel Santos, con el gran poder del amor”.

 Ricardo Mejía Berdeja, de Movimiento Ciudadano: “Es obligado rendir este homenaje a un prodigioso de las palabras que escogió a nuestro país como su casa y que sirvió para reforzar los vínculos de nuestro país con la literatura universal.”.

Y Bárbara Gabriela Romo Fonseca, del PVEM: García Márquez tenía un aura de inmortalidad que lo asimilaba a sus personajes, tal como lo escribió su amigo Álvaro Mutis. Gabo ha dejado de estar entre nosotros, su espíritu se ha fundido ya con el universo, pero nos queda por siempre su obra inmortal. Y para no llorarlo será preciso seguir leyéndolo, una y otra vez”.

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