Ideas

* Estampas

Los memoriosos tuvieron materia prima para sacar de sus cavas un par de efemérides, y deleitarse en su recreación... Ambas tuvieron lugar en los dos Mundiales de futbol disputados en canchas mexicanas. La primera, que algunos desempolvaron el pasado martes 21, corresponde a la victoria de Brasil sobre Italia, por 4-1, en la entronización definitiva del concepto del “Futbol-Arte” (en oposición al “Futbol-Fuerza”) de que se hablaba entonces, en la final de la última Copa Jules Rimet de la historia: la de 1970. La segunda, evocada ayer, se refiere a la conquista de la cuarta Copa del Mundo de la FIFA, en 1986, por parte de Argentina, merced al triunfo sobre Inglaterra, por 2-1, con dos goles de factura contradictoria: la mayor chapuza de la historia, y el mejor gol de todos los tiempos; (ambos, por cierto, con la misma firma: Diego Maradona). * El de 1970 marcó la culminación del reinado de Pelé, iniciado en Suecia, en 1958, en el mundo del futbol. El “scratch”, inolvidable para los tapatíos que fueron testigos, en el Estadio Jalisco, de todas las batallas previas a la final, ha sido uno de los mejores equipos que se hayan visto en esas canchas de Dios. Se trataba de una de las más abigarradas colecciones de talentos para el futbol que se hayan visto jamás, puestos al servicio de una sola causa: Gerson, Tostao, Rivelino, Jairzinho, Pelé... Zagallo, bicampeón mundial como jugador, debutante como técnico nacional, entendió que había una fórmula infalible para el éxito: generar en el grupo un clima de cordialidad y de compromiso al mismo tiempo. La historia le dio la razón. * Para que se desenmascarara la trampa de Maradona, en el gol que todo mundo recuerda como el de “la mano de Dios” (ejemplo perfecto de blasfemia), pasaron años: primero, una fotografía que misteriosamente se mantuvo inédita; segundo, la confesión de Diego. El otro gol, en cambio, fue un dechado de solvencia física y de recursos técnicos: Diego dio 44 zancadas conduciendo el balón desde la mitad del campo; fueron exactamente 52 metros, en 10.6 segundos, desde que recibió un rutinario pase de Héctor Enrique, aún en campo propio, para dejar en el camino a cinco ingleses: Reid, Butcher, Fenwick, Shilton --el arquero-- y Stevens. (Ellos, como varios millones más, aún recuerdan el episodio, con rabia, como La Revancha de la Guerra de las Malvinas).
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