Ideas

—… Alabanza-vituperio

Si sigue siendo que “Alabanza en boca propia es vituperio”, la generosa ración de crema que el Presidente Felipe Calderón tuvo a bien servir el viernes pasado, aprovechando que dejaron el tarro y el cucharón a su merced,  sobre los tacos de los gobiernos emanados de corte panista que este país ha tenido, tuvo un efecto inmediato: ahogar a los tacos. Era obvio que Calderón no iba a correr el riesgo de que se la comieran “por boba”. Así, al fungir como orador en la “Conferencia de Líderes” de la Organización Demócrata Cristiana de América, cuando en México se respira ya un ambiente contaminado con el smog electoral, ponderó, como los merolicos que venden pomada para callos, las bondades de las administraciones panistas. Como las notas periodísticas no consignan si hizo gestos de haberse mordido la lengua cuando dijo que “nadie puede gastar más de lo que tiene: eso lo sabe una madre de familia, una empresa, y debemos saberlo los gobiernos...”, habrá que saltar a la parte del discurso en que dedicó loas, reiterativamente, al “humanismo político” del panismo hecho gobierno merced a la cacareada “transición a la democracia”. * La ODCA —en teoría, al menos— es una organización regional en que participan partidos políticos de corte demócrata-cristiano. Actualmente tiene representantes en cinco países del Continente: México, Colombia, Argentina, Uruguay y República Dominicana. En su ideario se señala que “el objetivo final de su acción política es el desarrollo integral de la persona humana”. Postula “la plena realización del hombre y de lo humano, dentro de un marco de principios cristianos”. Pregona “un humanismo integral y solidario, que pueda animar un nuevo orden social, económico y político, fundado sobre la dignidad y la libertad de toda persona humana”. Apunta a “mejorar la vida humana (...) y a hacer posible que todos vivan en la Tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y el espíritu (...), para lo cual la libertad es esencial, la democracia es indispensable, la igualdad de oportunidades es una condición, la vida en comunidades es una necesidad, y el Estado debe tener la capacidad y la eficiencia que le permitan cumplir con su papel (...) de cara al bien común”. Etc. * Este discurso —¿quién dijo, por cierto, que “el que se ensalza será humillado?— sobre el telón de fondo de los 50 mil muertos que ha dejado la “guerra contra la delincuencia”, más la de los millones de simplemente pobres, extremadamente pobres, desempleados y condenados al subempleo, lleva de la mano a la conclusión de que “si los hechos no concuerdan con la teoría..., peor para los hechos”.
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