- Fariseo
¿Quién dijo que “alabanza en boca propia es vituperio”...?
-II-
En la homilía de que se valió para dejar su testamento espiritual y, a manera de despedida, su bendición urbi et orbi a los jaliscienses a los que tuvo el “privilegio inmerecido” --según sus propias palabras-- de gobernar durante los últimos seis años, Emilio González Márquez tuvo expresiones de gratitud para el Partido Acción Nacional (PAN) por la oportunidad que le brindó para llegar al cargo que está próximo a dejar... pero ninguna señal de congruencia con su noble ideario.
De hecho, en las tres administraciones estatales que encabezaron, y que fueron sometidas al escrutinio público en la especie de plebiscito que fueron las elecciones del pasado primero de julio, los gobernantes panistas fueron generosos en elogios a sus logros... y avaros en el reconocimiento de sus imperfecciones. Negados para la autocrítica, pues... Así como dieron innumerables muestras de su perspicacia para detectar pajas en los ojos ajenos cuando estaban en la oposición, dieron muchas más de su incapacidad para ver la viga en el propio cuando los vaivenes de la política les permitieron ser Gobierno.
Botón de muestra: uno de los “logros” más reiterativamente cacareados en la homilía de marras, fue el relacionado con la creación de empleos. La paradoja estriba en que la percepción ciudadana, al final del sexenio que está por concluir, estriba en que la inseguridad pasó a ser el principal problema social en la Zona Metropolitana de Guadalajara... La pregunta salta de manera espontánea: ¿por qué hay tanta delincuencia, si tantas perspectivas hay en Jalisco, según el discurso oficial, de encontrar un empleo dignamente remunerado...?
-III-
Tangencialmente: el párrafo en que el aún gobernador sintetiza su ejercicio (“Con humildad les digo que hicimos un Gobierno exitoso y de logros, en el que no robamos, ni buscamos glorias personales, en donde sólo buscamos servir, en donde dimos resultados positivos...”), recuerda una frase que probablemente se omitió repasar en una de las clases de Biblia que a principios del sexenio se impartían, para un grupo selecto de invitados, en Casa Jalisco: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros...”.
(En efecto: la oración del fariseo. Y los fariseos, por si alguien lo ignora, eran una secta de los judíos que afectaban rigor y austeridad, pero eludían los preceptos de la ley, y a los que Jesús retrató, de cuerpo entero, con dos palabras: “Sepulcros blanqueados”).