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LOS ANTEOJOS DE BASKERVILLE Por: Carlos Lara G.

¿Hacia dónde va el arte?

El título de la presente entrega es el mismo que utilizó en 2003 la revista Letras Libres para su número de febrero. En él, diferentes artistas, curadores y especialistas expusieron su punto de vista en torno al tema y al planteamiento central del citado número. La pregunta es pertinente si consideramos el momento por el que atraviesa el arte, caracterizado por los criterios que dictan los magnates dueños de las casas de subastas más importantes del mundo, en conexión con los medios impresos especializados, o bien, revistas como Art, news o Art Report, que juntos nos dicen, no quién es quién en el arte y por qué, sino quién debe ser, omitiendo el por qué. Uno de los números más recientes de ésta última revista enumera, por ejemplo, a las 100 personalidades más influyentes en el mundo del arte y llama la atención la escasa participación de artistas. Dentro de los primeros cinco, el único que logra figurar es el controvertido artista británico Damien Hirst, en parte por sus escandalosas ventas registradas en los últimos años. Por cierto, hace un par de días, enmarcada por una excepcional y escandalosa publicidad en la prensa nacional e internacional, se dio a conocer la exposición en Sotheby’s de las 223 nuevas obras de este artista que se subastarán el lunes y el martes de la próxima semana. El evento se ha transformado en todo un acontecimiento social debido a que numerosas personalidades visitarán por primera la sala de subastas de la New Bond Street londinense, epicentro de las boutiques de lujo, visitadas últimamente por la clientela rusa y árabe. Los curiosos arden en deseos por ver el tiburón, la cebra o el toro con cuernos de oro tras las vitrinas antes de que algún multimillonario decidido a romper un nuevo récord de ventas en la carrera del citado pintor las haga suyas. Son miles de personas las que han desfilado por la sala. La portavoz de Sotheby’s ha dicho que mantendrán abierto todos los días y anuncia por todo lo alto una fiesta a la que acudirán famosos del mundo del espectáculo. Sí, personajes del mundo del deporte, la moda y la televisión, como Madonna, Paul McCartney, John McEnroe, Lou Reed, Oprah Winfrey y Miuccia Prada.

La casa de subastas ha dicho que podrían pagarse hasta 24 millones de dólares por El Becerro de Oro, un toro conservado en formol, como todos los animales que utiliza Hirst en sus instalaciones, con pezuñas y cuernos de oro. Ahora bien, este acontecimiento social cuenta con una característica especial desde el punto de vista del mercado del arte. Por primera vez, un artista lleva directamente al mejor postor su producción más reciente sin pasar antes por un marchante. Para algunos, esto es una revolución. Para quien esto escribe, asistimos a la supremacía del evento social, enmarcado por el mundo de la farándula, que deja de lado el criterio y la sensatez artística. Preguntémonos: ¿Qué hizo que las miradas del mundo voltearan a ver a Frida Kahlo? Sencillo, la compra de un par de cuadros de la artista por parte de Madonna. A partir de ese momento, todo el mundo se preguntó Who´s that girl, se declaró Monumento Artístico Nacional y comenzó a emerger como una de las mejores artistas mexicanas y si nos descuidamos, incluso mejor que el mismo Rivera. Esto nos demuestra que los marchantes son ya prescindibles si se tiene a una Oprah Winfrey o a un David Beckham dispuestos a comprar un cuadro del artista aconsejado por algún asesor a manera de estrategia financiera. Con esto, podemos decir que el arte va hacia el espectáculo, pues su mercado fija postura en dos artículos de fe, que señala el escritor y crítico de arte australiano Robert Hughes: el del dogma de la perpetua resurrección de los muertos en la que todo lo viejo puede revivirse y el del milagro de la oreja de Van Gogh que enseña al incrédulo que nada nuevo puede ser rechazado.

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